Subrayó que a lo anterior se suma que los empresarios "deben pagar con tiempo y recursos adicionales los peritajes jurídicos extra".
Sumlenni recordó que destacados representantes de organismos profesionales del negocio en Alemania ya han revelado su desacuerdo con las sanciones.
"Por ejemplo, la unión alemana de productores de maquinaria critica severamente las sanciones en sus declaraciones y exige que, al menos, sean suavizadas", constató.
El experto señaló además que las sanciones antirrusas pueden tener consecuencias imprevistas debido a su carácter ambiguo y se han dado muchos casos cuando el resultado no corresponde al objetivo inicial.
Como ejemplo citó el caso de una bomba para rellenar latas de mermelada, que, como muchas otras bombas de ese modelo, ha resultado víctima de las medidas restrictivas, o la compañía Dobroliot, que resultó vetada por sus vuelos a Crimea y perdió la posibilidad de dar mantenimiento a sus aviones Airbus con una compañía alemana.
"La empresa Dobroliot comenzó inmediatamente a negociar con Boeing (…) resultaba difícil imaginar que una consecuencia de las sanciones podría ser la anulación del contrato con Airbus y con la compañía alemana y el inicio de suministros estadounidenses", subrayó.
Sumlenni comparó el efecto de las restricciones con el juego de bolos, "cuando usted tira la bola, los bolos pueden caer de manera imprevista".
Las relaciones entre Rusia y Occidente empeoraron a raíz de la crisis en Ucrania y, en particular, tras la adhesión de Crimea a Rusia en marzo pasado, que Occidente califica de "anexión ilegal".
EEUU y la UE aprobaron varios paquetes de sanciones contra Moscú que afectan tanto a particulares como a empresas y sectores enteros de la economía rusa.
En respuesta, Rusia embargó por un año algunas importaciones agroalimentarias de EEUU, la UE, Australia, Canadá y Noruega.