El informe "Condenas a muerte y ejecuciones 2014", elaborado por AI y que hoy se publica hoy en todo el mundo, denuncia que los Estados utilizan la pena de muerte en un "intento fallido de hacer frente a la delincuencia, el terrorismo y la inestabilidad interna".
El número de condenas a muerte registradas en 2014 aumentó en casi 500 respecto a 2013, principalmente a causa de los fuertes repuntes en Egipto y Nigeria, países en los que llegó a haber condenas colectivas en un contexto de conflicto interno e inestabilidad política.
"Los Gobiernos que utilizan la pena de muerte para responder a la delincuencia se engañan a sí mismos", alertó Salil Shetty, secretario general de Amnistía Internacional.
Según Shetty, "no hay pruebas que demuestren que la amenaza de la ejecución tiene un efecto disuasorio frente a la delincuencia superior al de otras penas".
"El año pasado quedó patente la sombría tendencia de los Gobiernos a usar la pena de muerte en un inútil intento de responder a amenazas, reales o imaginarias, a la seguridad del Estado y la seguridad pública", declaró.
Para el secretario general de AI, resulta "vergonzoso que tantos Estados del mundo jueguen básicamente con la vida de la gente, ejecutando a personas por 'terrorismo' o para sofocar la inestabilidad interna sobre la premisa errónea de la disuasión".
No obstante, en 2014 también hubo buenas noticias: se registraron menos ejecuciones que en el año anterior, y varios países adoptaron medidas positivas tendentes a la abolición de la pena de muerte.
China volvió a ejecutar a más personas que la suma de todos los demás países del mundo, según el informe de AI.
Esta organización cree que allí se ejecuta y condena a muerte a "miles de personas cada año pero, como las cifras relativas a la pena capital se consideran secreto de Estado, resulta imposible determinar el número exacto".
Los otros países que componen el quinteto que más ejecuciones llevaron a cabo en 2014 son Irán (289 ejecuciones anunciadas oficialmente y al menos 454 más no reconocidas por las autoridades), Arabia Saudí (al menos 90), Irak (al menos 61) y los Estados Unidos de América (35).
La organización afirma que en 2014 se registraron ejecuciones en 22 países, el mismo número que en 2013, una reducción considerable respecto a la de hace 20 años, cuando, en 1995, AI registró ejecuciones en 41 países, y pone de manifiesto la clara tendencia mundial de los Estados a apartarse de la pena capital.
"Las cifras hablan por sí solas: la pena de muerte está empezando a ser cosa del pasado", afirmó Shetty, "los pocos países que siguen ejecutando deben mirarse seriamente en el espejo y preguntarse si desean seguir violando el derecho a la vida o unirse a la inmensa mayoría de los Estados que han abandonado este exponente máximo de pena cruel e inhumana".
Aministía denuncia, sin embargo, "la inquietante tendencia de los países a utilizar la pena de muerte para combatir las amenazas contra la seguridad del Estado" como ocurrió en China, Pakistán, Irán e Irak" con personas acusadas de "terrorismo".
"En un año en el que las abominables ejecuciones sumarias a manos de grupos armados quedaron grabadas como nunca antes en la conciencia global, resulta demoledor que los propios Gobiernos recurran a un aumento de las ejecuciones como acto reflejo para combatir el terrorismo y la delincuencia", denunció Shetty, según el comunicado hecho público por la organización de derechos humanos.