Para los israelíes Netanyahu es Bibi, el diminutivo que está en boca de todo el mundo.
Bibi, jefe del Gobierno israelí desde 2009, y que ya lo fue entre 1996 y 1999, ha centrado su campaña en la política del miedo y la obsesión que tiene con la amenaza de Irán.
Obama, con quien mantiene agudas diferencias políticas y con quien no sintoniza a nivel personal, se quejó una vez al entonces presidente francés, Nicolas Sarkozy, de tener que "lidiar con él (Netanyahu) todos los días", en una conversación privada que fue emitida a los periodistas por error durante una cumbre del G-20 en Cannes.
Nacido en Tel Aviv en 1949, un año y medio después de la creación del Estado de Israel, Netanyahu es hijo del académico Benzion Netanyahu, historiador revisionista famoso en Israel.
En 1963 su familia se trasladó a EEUU y regresó a Israel cuando Bibi tenía 18 años y le tocó hacer el servicio militar.
El joven Bibi pasó cinco años en el Ejército, donde sirvió como capitán en una unidad de comando de élite, la Sayeret Matkal. Participó en una redada en el aeropuerto de Beirut en 1968 y luchó en la guerra de 1973. Después regresó a EEUU, donde se licenció en Arquitectura en el Instituto Tecnológico de Massachusetts.
Netanyahu fundó un instituto antiterrorista en memoria de su hermano, y llamó la atención del entonces embajador de Israel en EEUU y futuro ministro de Exteriores, Moshe Arens, que en 1982 nombró a Netanyahu subjefe de misión en Washington.
Orador impecable y elocuente, con un inglés de acento americano propio de un nativo, Netanyahu se convirtió en un rostro familiar en la televisión de americana como un defensor de la causa israelí. En 1984, lo nombraron representante permanente de Israel en la ONU en Nueva York.
En 1988 regresó a Israel y se implicó en política interna, luego consiguió un escaño en la Kneset (Parlamento israelí) en las listas del Likud y se convirtió en viceministro de Exteriores.
Tras la derrota del Likud en las elecciones de 1992 se convirtió en presidente del partido y en 1996 en el primer ministro de Israel elegido por sufragio directo.
En esa ocasión se impuso al primer ministro laborista Shimon Peres, que había convocado elecciones anticipadas tras el asesinato del jefe del Gobierno, Isaac Rabin. Netanyahu se convirtió en el primer ministro más joven de Israel.
A pesar de haber criticado ferozmente los Acuerdos de Oslo entre Israel y los palestinos, Netanyahu firmó un acuerdo para que la Autoridad Nacional palestina (ANP) pasara a controlar más del 80% de la ciudad palestina de Hebrón y firmó del Memorando de Wye River, en 1998, que contemplaba retiradas de Cisjordania.
Su oportunidad llegó de nuevo poco después, cuando Sharon dejó el Likud y creó el partido centrista Kadima. Bibi pasó a encabezar el Likud y volvió a ser primer ministro en marzo de 2009.
Unos meses después de su llegada al poder, Netanyahu se comprometió con la creación de un Estado palestino del que en realidad no había sido partidario.
Ayer volvió a sus orígenes y sorprendió afirmando que si revalida su cargo en los comicios de hoy no se creará un Estado palestino. Esta afirmación no va a gustar ni a sus aliados americanos ni a Europa, pero Netanyahu hace tiempo que no los escucha y actúa por libre.
En sus seis años de Gobierno ha lanzado dos ofensivas en Gaza, la última, el verano pasado, fue la más sangrienta, con 2.200 muertos y más de 11.000 muertos palestinos.
En los últimos días de campaña ha intentado dejar atrás las cuestiones de seguridad y ocuparse de los problemas sociales, de vivienda y del alto coste de la vida en Israel.
Las encuestas no le auguran una victoria, y si su última baza de ayer de buscar el voto más derechista no funciona, podría verse destronado.
