Pemex anunció a la Secretaría de Hacienda (Finanzas) la nueva proyección de producción que se reduce un 5%.
La petrolera estatal redujo su meta de producción debido al recorte a su presupuesto de 4.100 millones de dólares (casi la mitad de 8.300 millones recortados al presupuesto federal total para 2015), debido a que la tercera parte de los ingresos del Gobierno provienen de impuestos al petróleo, a pesar de que las ventas petroleras representan menos del 10% de sus exportaciones en su comercio internacional.
El Gobierno de Enrique Peña recortó sus gastos debido al derrumbe de casi 60% en los precios del crudo, de 110 dólares por barril a mediados de 2014 a unos 50 que ronda el valor del tonel de los crudos mexicanos en 2015, para mantener el equilibrio fiscal y evitar el endeudamiento externo.
La producción de México promedió 2,3 millones de barriles en enero de este año 2015 –un derrumbe de más de un millón de barriles diarios desde su pico histórico de 3,4 millones de barriles alcanzado en 2004–.
Con la apertura a la inversión extranjera en la industria energética, el Gobierno espera estabilizar una plataforma mínima de producción de 2,5 millones de b/d por los próximos 20 años, dijo el lunes el titular de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), Juan Carlos Zepeda, en un encuentro con la prensa extranjera.
Como resultado de las inversiones esperadas con la apertura petrolera –que pone fin al monopolio estatal de Pemex desde 1938–, y con la tecnología de las grandes petroleras internacionales, México espera elevar su producción en unos 500.000 barriles diarios más hacia 2018.
La nueva meta es producir unos 2,8 millones de barriles diarios al final del mandato del presidente Peña, en 2018, es decir, unos 200.000 barriles menos que los 3 millones b/d proyectados originalmente.
México espera al menos 21.240 millones de dólares en inversiones petroleras en cinco años, de un total de 62.500 en todo el sector energético en ese lapso (incluida electricidad y gasoductos), a pesar de que se vio obligado a posponer las aperturas de sus campos de los herméticos reservorios rocosos de esquisto en la frontera con EEUU y la explotación de las cuencas de hidrocarburos en las aguas profundas territoriales del norte del Golfo de México.