"Rusia ha hecho un buen trabajo en la elaboración de estos convenios y España ha demostrado que es un país que respeta la legislación interna de otros países. Estos dos factores son muy positivos en relaciones internacionales", señala Antoni Mercadal, director de Infància i Futur, una asociación que actúa como intermediadora en procesos de adopción internacional.
El experto también destacó la importancia de la ratificación, dado que con este convenio "se aclaran muchas lagunas que había en la adopción y el procedimiento entre España y Rusia".
Mercadal destaca que siempre es "muy positivo" que se firmen convenios de este tipo porque se trata "de la protección de los menores".
El director de Infància i Futur señala la caída de las adopciones de niños rusos por familias españolas en los últimos años. Mientras en 2008 se tramitaron un total de 900, en 2013 fueron sólo 303.
"Los países están obligados a dar preferencia a las adopciones de sus niños dentro de su propio país. Este es un caso claro de ese cumplimiento. El Gobierno ruso fomentó la adopción nacional", señala.
La familia española debe pasar por un proceso de idoneidad si quiere adoptar a un niño ruso. "Se comprueban las capacidades de la familia, el estado psicológico, socioeconómico y hasta el estado de salud de los progenitores", afirma el experto.
La media para conocer al niño es de un año y medio, aunque se puede alargar hasta los dos años o más, dependiendo de las regiones o las circunstancias de los menores, según afirma Mercadal.
"Los requisitos para adoptar son más difíciles en España que en otros países como Estados unidos, por ejemplo", asegura el experto.
"Situaciones que se han dado en Estados Unidos de maltrato de niños, aquí es mucho más difícil que se produzcan porque los niños están más atendidos por una red familiar mayor. Se trata de una cuestión cultural. El concepto de familia en España es diferente al de Estados Unidos", añade.
Sin embargo, reconoce que hay problemas frecuentes, "de adaptación del niño y adaptación de los padres".