De las multas aplicadas por los equipos de Lixo Zero (Basura Cero en portugués), el programa activado por el ayuntamiento de la ciudad para contener la suciedad durante la mayor fiesta del mundo, solamente 122 fueron mujeres y 17 extranjeros, una cifra extremadamente baja si se recuerda que el carnaval atrajo a unos 911.000 turistas, según la Secretaría de Turismo de Río.
Cada una de las personas descubiertas haciendo sus necesidades en la calle recibió una multa de 170 reales brasileños (unos 60 dólares), lo que supuso una recaudación total de 195.670 reales (68.805 dólares), una minucia en comparación con los 848 millones de dólares que el Ayuntamiento de Río de Janeiro empleó en la limpieza de las calles en el carnaval de 2013.
Al alto número de multas, un 60% mayor que en 2014, se le sumó además a la proliferación de vendedores ambulantes no autorizados por el Carnaval de Río de Janeiro para la venta de bebidas alcohólicas, en concreto la Guardia Municipal requisó 45.554 bebidas de todo tipo y detuvo a 13 vendedores ilegales durante el carnaval.
Las continuas quejas algunas con gran repercusión social, como la de la banda Bangalafumenga que denunció el pasado 1 de febrero que las calles de Río se "convertían en cloacas", motivaron la agresiva campaña del ayuntamiento de la ciudad que, sin embargo, optó por no detener a las personas acusadas de orinar en la vía pública, como se venía haciendo en anteriores ediciones del carnaval y en el propio precarnaval de 2015.