Los maestros llegaron a protestar a la capital el lunes desde el empobrecido estado de Oaxaca, al sur del país, con predominio indígena, y mantuvieron negociaciones con el gobierno federal en la sede de la secretaría de Gobernación (Interior), que culminaron este mismo día.
Casi 2.000 agentes policiales de la capital y federales liberaron la vital arteria ciudadana para impedir un nuevo despliegue de los más de 20.000 maestros que se replegaron al Monumento a la Revolución Mexicana, mausoleo de los caudillos de la revuelta de principios del siglo XX.
El operativo policial sin víctimas fue desplegado en forma sorpresiva cuando, al final de las negociaciones, los maestros intentaban marchar por la avenida donde están enclaves financieros y monumentos históricos como la emblemática columna del Ángel de la Independencia.
Los detalles de las negociaciones no fueron anunciados, y los maestros regresaron en decenas de autobuses ocupados, hacia la capital de Oaxaca a más de 500 km al sur, para discutirlas con la agrupación de maestros disidentes del gremio federal.
Los inconformes pertenecen a la combativa Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, y además de Oaxaca, tienen sus principales bases en Guerrero y Michoacán, asolados por el crimen organizado.
Los maestros inconformes dicen que aceptan ser evaluados en su desempeño, incluso los castigos por ausencia injustificada o labores sindicales, pero consideran que los estándares deben adaptarse a las condiciones peculiares de las comunidades indígenas y sus tradiciones, entre otros desacuerdos relacionados con los nuevos controles académicos y administrativos de la reforma.
