Se trata de la primera vez en 13 años en que un presidente de EEUU solicita formalmente al Congreso que se pronuncie respecto a una intervención militar.
La palabra clave es legitimidad. Entre las posibilidades que contempla está la participación del Ejército estadounidense en combates terrestres, aunque siempre de forma extraordinaria.
"Queremos dejar claro", abundó Obama, "qué se puede hacer y qué no", y añadió que "seguiremos llevando a cabo ataques aéreos y entrenando a las tropas iraquíes que combaten al EI".
Tampoco olvidó que es clave apuntalar "el máximo apoyo nacional e internacional para un Gobierno en Irak que ofrezca unidad", así como hacer llegar ayuda humanitaria para las víctimas.
Obama, en definitiva, busca apoyo más allá de la disputa partidista para los dos últimos años de su presidencia. Optimista respecto al futuro del combate contra el EI en Irak y Siria, recordó que "Nuestra coalición está a la ofensiva, el EI a la defensiva, y ganaremos. Nunca triunfarán porque sólo ofrecen miseria, odio y destrucción".
Con el país traumatizado luego de que tres estudiantes universitarios de origen árabe fueran ayer asesinados en circunstancias poco claras, Obama lanzó un mensaje decidido a favor de la democracia. El presidente se mostró convencido de que "uno de los mejores antídotos contra el radicalismo es el ejemplo de una sociedad tolerante, que acepta a todos los individuos con independencia de sus creencias u orígenes".