"EEUU y Cuba debemos aprender el arte de la convivencia civilizada basada en el respeto a las diferencias y la cooperación en temas de interés común", comenzó por plantear el líder cubano, ante la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Al referirse a la negociación secreta revelada el 17 de diciembre del año pasado para el deshielo de las relaciones bilaterales de La Habana y Washington, Castro dijo que "no se debe pretender que Cuba tenga que renunciar a sus ideales de independencia y justicia social".
"No vamos a ceder ni un milímetro en la defensa de la soberanía nacional y no aceptaremos ninguna presión de los EEUU en asuntos internos", enfatizó el mandatario cubano.
En la declaración negociada por los cancilleres en la víspera "se condena el bloqueo unilateral contra el Gobierno cubano", adelantó en conferencia de prensa el Vicecanciller de Costa Rica, Alejandro Solano, quien añadió que se dará "una especie de espaldarazo al presidente Obama", para avanzar a una "pronta normalización en las relaciones entre EEUU y Cuba", reveló el diplomático costarricense.
El anuncio de las negociaciones bilaterales que han producido las primeras liberaciones de presos políticos en la isla socialista, y Obama pidió el pasado 21 de enero al Congreso de EEUU levantar el embargo comercial sobre Cuba, contra voluntad del opositor Partido Republicano, que controla el poder Legislativo estadounidense.
Hacia el final de su discurso de más de media hora, el hermano menor de Fidel Castro, reivindicó la historia "heroica, de lucha y fidelidad a los principios del pueblo cubano".
Castro denunció las sanciones de EEUU contra el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela y defendió la causa del líder de Bolivia, Evo Morales y grupos indígenas bolivianos en contra de un grupo petrolero; y la lucha de argentina contra los "fondos especulativos".
El líder cubano se refirió al tema central de la Cumbre, el combate a la pobreza, enfatizando la desigualdad del subcontinente, dado que el 20% de los más pobres gasta solo el 5% de los ingresos totales de la región, con 167 millones de hogares pobres.
"¿Qué pensarán las decenas de millones de familias en miseria sobre la democracia?", interrogó Castro, en una defensa del proyecto socialista cubano.