La proyección de la OCDE está en el rango de las expectativas del Gobierno mexicano, que estima un crecimiento mínimo de un 3,2% y un máximo de un 4,2% en 2015.
Para 2016 la proyección es ligeramente superior, y podría marcar un 4,2%, según el organismo que nació en los años 60 como un club de países capitalistas, que en años recientes incluye a dos economías latinoamericanas, México y Chile.
La OCDE señala que el desafío mexicano está en el combate a la corrupción, el fortalecimiento de la seguridad anticrimen –en medio de la peor crisis política del gobierno de Enrique Peña por una masacre de 43 estudiantes ocurrida a finales de septiembre- y la aplicación de reformas estructurales aprobadas en 2014.
Las reformas están encabezadas por leyes antimonopolios en las telecomunicaciones y el fin del monopolio estatal petrolero, que demoraron dos décadas después de la apertura al libre comercio con Norteamérica (EEUU y Canadá) en 1994.