La gran mayoría de ese déficit –288.200 millones de reales– corresponde a los intereses de la deuda, mientras que el resto, conocido como déficit primario, es la diferencia entre lo que recauda el Estado y los gastos no financieros.
En el pasado mes de noviembre el sector público brasileño tuvo un déficit primario de 8.000 millones de reales, el máximo registrado en las estadísticas del Banco Central, que empezaron en diciembre de 2001, y en lo que va de año el resultado es de 19.000 millones negativos, cuando en el mismo periodo del año pasado había un superávit de 80.900 millones de reales.
Sin embargo, en la presentación de los datos que ha hecho este lunes el secretario del Tesoro Nacional, Arno Augustin, ha asegurado que en diciembre el balance será "positivo y de dos dígitos", por lo que ayudará a equilibrar la balanza final de 2014, según recoge el diario "O Globo".
El delicado estado por el que pasan las cuentas públicas de Brasil es uno de los mayores retos a los que se enfrenta la presidenta Dilma Rousseff de cara a su segundo mandato, y el nombramiento del neoliberal Joaquim Levy como ministro de Economía, aplaudido por el mercado financiero, fue un gesto que muchos interpretaron como una señal de que toca contención en los gastos.