Excalibur, el perro de Romero, fue sacrificado a principios del pasado mes de octubre, a pesar de la amplia movilización popular que recogió más de 375.000 firmas en pocas horas para exigir que se pusiera a la mascota en cuarentena.
Frente a la casa de Romero, se sucedieron los gritos de "asesinos" e incluso hubo violentos enfrentamientos entre la policía y decenas de manifestantes. Los disturbios terminaron con un herido que tuvo que ser trasladado a un centro médico por una ambulancia.
Romero, auxiliar de enfermería en el hospital Carlos III de Madrid, rompió a llorar hoy cuando los periodistas le preguntaron por Excalibur.
"Ahora mismo estoy muy emocionada por el tema de Excalibur, y vengo aquí y más todavía. Pero yo, en cuanto a salud, estoy bastante mejor. A Excalibur todavía lo recuerdo. No lo olvido", dijo la mujer que se contagió cuando estaban cuidando a dos religiosos expatriados de África con ébola.
Romero abandonó el hospital el pasado 5 de noviembre una vez superada totalmente la enfermedad, tras permanecer 30 días aislada.
Javier Limón, su marido, explicó que han incluido con las firmas el caso de la enfermera norteamericana Nina Pahm, que una vez recuperada del ébola pudo reunirse con su perro tras la cuarentena decretada al animal.
"En este país el tema de los animales es una cosa que no tiene mucha importancia. Queremos que tomen conciencia porque, como decía Gandhi, la cultura de un país se mueve por la forma en la que trata a sus animales y nos gustaría que España fuera un referente en este sentido", defendió Limón.