El mismo sondeo revela que tan solo el 6% de los rusos están preparados para pagar la incorporación de Crimea a Rusia mientras que el porcentaje de los que aprobarían el uso de las Fuerzas Armadas rusas en Ucrania se sitúa en un 30% frente a la cifra máxima del 74% registrada antes.
Según el director del Centro Levada, Lev Gudkov, que presentó los resultados del estudio el pasado domingo, la mayoría de los rusos considera que "solo un círculo reducido de dirigentes del país" que tomó la decisión sobre la adhesión de Crimea debe sufrir las pérdidas.
El jefe del Centro de la Globalización y Movimientos Sociales, Borís Kagarlitski, ha cuestionado en declaraciones a Novie Izvestia los resultados de este sondeo del Centro Levada.
"Las preguntas de los sociólogos a veces desorientan a los encuestados: si les hubieran preguntado si quieren que Crimea vuelva a ser parte de Ucrania el resultado habría sido diametralmente opuesto", dice el experto al tiempo de reconocer que "el entusiasmo de los rusos por la incorporación de Crimea comienza a atenuarse".
Kagarlitski señala a la vez que la adhesión de la península a Rusia poco tiene que ver con la actual crisis. "El mundo vive una superproducción de petróleo lo que ha provocado una caída de los precios. No es una confabulación de la Unión Europea y EEUU contra nuestro país, sino una situación natural", dice.
La economía rusa se basa en las exportaciones de materias primas y por tanto la crisis es un golpe bastante doloroso para Rusia y su población, constata el experto.
Según Kagarlitski, el Kremlin carece de palancas para mejorar la situación pues ello requeriría reajustar todo el sistema económico y burocrático. "A nuestros dirigentes les da miedo este tipo de cambios y por tanto no van a decidirse a introducirlos", apunta.
El presidente del consejo supervisor del Instituto de la Demografía, Migración y Desarrollo Regional, Yuri Krupnov, comenta a su vez que "nuestros dirigentes esperan que los precios de petróleo vuelvan a crecer y que las sanciones se arreglen por sí mismas". "Pero es una ilusión", advierte.
"Lo cierto es que nos estamos acercando a una catástrofe económica", afirma Krupnov.
Mientras, el parlamentario ruso y doctor de Economía, Alexandr Chetverikov, atribuye la crisis sobre todo a que Rusia carece de industrias necesarias.
"Incluso si las autoridades decidieran crearlas, fracasarían pues ya no hay dinero ni tampoco los científicos capaces: en los últimos años unos 30.000 científicos emigraron, mientras que a la industria nacional le corresponde tan solo el 10% de los ingresos de las arcas públicas, y el resto recae en las exportaciones de materias primas", señala Chetverikov.
El diputado afirma que "los precios altos de petróleo ya son cosa del pasado" y el futuro "nos guarda un desplome del nivel del bienestar y un estancamiento de desarrollo social y económico".