"Una noche, tras hablar con una amiga, decidimos que era importante crear un movimiento más amplio, y convocamos la manifestación en Facebook. A las pocas horas teníamos ya miles de visitas".
A su alrededor, partiendo de la emblemática plaza de Washington Square, centro la contracultura neoyorquina desde los años cincuenta, circula una multitud armada de lemas y pancartas. El tono es sombrío, a pesar de un solo de caramelo helado, que calienta el frío mediodía. La mezcla racial de los manifestantes es evidente. Lo más importante, recalca Iynnas, es que "esto está sucediendo en todo el país, no sólo en Nueva York". Ante la pregunta de si se creen herederas de la lucha de veteranos como Al Shartpon, responde que es "importante, pero en realidad ni Martin Luther King ni Malcom X han tenido herederos evidentes, nadie ha tomado la iniciativa, y nos corresponde hacerlo a los jóvenes".
Entre las reclamaciones más urgentes de los manifestantes figura la inmediata dimisión, y el posible procesamiento, del oficial de la policía Daniel Pantaleo, implicado en la muerte de Eric Garner tras practicarle una llave de estrangulamiento. También piden la creación inmediata de unidades especiales de la fiscalía que investiguen las denuncias de abusos policiales, que el plazo para hacer público el nombre de los policías que hayan participado en un tiroteo no sobrepase las 48 horas y controlar más duramente el historial de los aspirantes a policía.
"No pararemos hasta que se haga justicia, hasta que cambien las cosas", reitera Iynnas, "pero en cualquier caso soy optimista". Un poco más atrás, empotrada en la marea de gente, Delfina Warrick celebra que "haya acudido gente de distintas razas, porque esto no tiene que ver con el color de la piel, y habrá que seguir marchando hasta que se preste atención al problema". Para Latonya Staubs es importante que nuestras voces se escuchen, no sólo aquí, también en el resto del mundo. Madre de dos hijos, afroamericana y casada con un blanco, afirma pensar en sus hijos, en su futuro, y "lamentablemente la respuesta del sistema ha sido obvia, no le importan las muertes de sus ciudadanos a manos de la policía". "¿Qué queremos?" preguntan desde un megáfono. "¡Justicia!". "¿Cuando?" "¡Ahora!". "Soy optimista, añade Staubs con una mueca melancólica, "pero no ingenua. Tampoco pienso que haya muchos cambios".
