Mientras otros países que participaron en el proyecto South Stream están calculando sus pérdidas a raíz de su suspensión, Rusia mira hacia Europa como triunfador. Sin embargo, varios expertos dudan que la decisión claramente política de reorientar el flujo del gas ruso a través de Turquía sea un verdadero éxito desde el punto de vista económico, escribe este lunes el diario Nezavisimaya Gazeta.
El presidente de Gazprom, Alexéi Miller, explicó en una entrevista a la televisión Rossiya el sábado que Rusia sólo ganó de la suspensión de South Stream, igual que Turquía que recibió el control del grifo de las manos de la Unión Europea (UE).
El lunes 1 de diciembre el presidente de Rusia, Vladímir Putin, durante una visita oficial a Turquía declaró que Moscú no puede continuar en las condiciones actuales la realización del proyecto South Stream, en particular a causa de la postura poco constructiva de la UE.
El mandatario ruso anunció que para satisfacer las necesidades turcas en combustible se construirá otro gasoducto.
Según el diario, se trata de una muestra más de que el consorcio gasista ruso está guiado por los intereses geopolíticos de las autoridades más que por la viabilidad económica de sus proyectos.
Mientras tanto, las autoridades rusas que influyen en la estrategia de Gazprom, últimamente han mostrado poca coherencia en lo que se refiere a su estrategia y prioridades en el sector gasista. Eso se refiere no solo al proyecto South Stream que, según pretende Rusia, renunció tan fácilmente y sin sufrir pérdida alguna, sino también a la situación en torno al sistema de transporte de gas (GTS) ucraniano.
Anteriormente, Rusia amenazó con presentar ante la Organización Mundial de Comercio una demanda contra Kiev por denegar a las compañías rusas el acceso a su GTS. Sin embargo, ahora ya no hace falta hacerlo, puesto que la cancelación definitiva del proyecto South Stream significa, entre otras cosas, que Ucrania deja de ser transportista del gas ruso a Europa.
"Antes de construir un gasoducto que vale miles de millones de dólares, las compañías normalmente obtienen garantías del interés por parte de los consumidores. (…) Vemos que la compañía estatal pretende invertir enromes cantidades de dinero en la construcción de una infraestructura hasta un punto poco claro en la frontera de Turquía con Grecia para luego decir a los europeos" que si les interesa pueden comprar el gas, dijo al diario Mijail Krutíjin, un socio de la consultora RusEnergy.
Según el experto, no es rentable construir semejante infraestructura en consideración a la caída del consumo del gas ruso en Europa.