El primer ministro británico, David Cameron, ha asegurado este mediodía que Reino Unido "usará todos los recursos que tenemos para intentar ayudar a los secuestrados" por el Estado Islámico (EI).
La organización extremista difundió la noche anterior un vídeo con imágenes de la decapitación del cooperante inglés, Alan Henning, que concluye con una amenaza de muerte al estadounidense Peter Kassig.
"Debemos hacer todo lo posible por derrotar a esta organización que es absolutamente despiadada y barbárica", ha señalado este sábado el jefe del Gobierno de coalición tras reunirse con el director del Servicio de Seguridad (MI5), Andrew Parker, y oficiales de alto rango en Defensa e Inteligencia.
"El asesinato de Alan Henning no tiene sentido, y es absolutamente imperdonable", añadió Cameron en la residencia campestre oficial de Chequers, en el condado inglés de Buckingham.
"Como países debemos hacer todo lo posible, con nuestros aliados, para derrotar a esta organización en la región, pero también debemos derrotarla en casa", ha advertido Cameron este sábado. Secuestrados liberados en el último año creen que hay británicos entre los carceleros del EI y el enmascarado de los macabros vídeos de las muertes de los rehenes habla en inglés con acento londinense, según expertos en lingüística.
Tornados de la Royal Air Force (la aviación del Reino Unido) comenzaron a bombardear esta semana posiciones del EI en Irak y agentes especiales operan en el terreno. Cameron ha descartado de momento extender la ofensiva a Siria.
Henning había viajado en varias ocasiones a la frontera entre Turquía y Siria con suministros médicos y otros productos en ayuda de las víctimas de la guerra civil. Era el único cristiano entre un amplio grupo de musulmanes que fue atrapado y retenido por militantes islamistas en diciembre de 2013.
Desde el pasado agosto, el Estado Islámico ha matado a cuatro occidentales: los periodistas estadounidenses James Foley y Steven Sotloff, y los cooperantes británicos David Haines y Alan Henning. Los extremistas yihadistas aun retienen, bajo inminente amenaza de muerte, al fotoperiodista británico, John Cantlie, y al joven Kassig.