El Muro de las Lamentaciones, en la Ciudad Vieja de Jerusalén, está repleto de fieles. El color predominante esta tarde en el lugar más sagrado del Judaísmo es el blanco y mañana también lo será. Es el símbolo de la purificación y los judíos religiosos suelen usarlo el día de Yom Kippur (del Perdón o la Expiación), que ha empezado esta tarde y durará hasta que mañana se divisen en el cielo las tres primeras estrellas.
El Muro y las sinagogas están repletas de fieles que rezan a Dios para pedirle que perdone las faltas que cometieron en el último año, el 5774, -que según el calendario judío, acabó el 24 de septiembre- y les permita empezar de cero el año que comenzó, el 5775.
El día del Yom Kippur es muy importante y así lo considera la mayoría de los judíos en Israel, incluso los que se definen como seculares. Los sondeos de los últimos años muestran que muchos judíos son observantes del Yom Kippur.
Una encuesta de la Oficina Central de Estadísticas de Israel indica que el 26% de los judíos que se declaran "seculares" o "no religiosos" respetan el ayuno del día del Perdón y el 24% acuden a la sinagoga, aunque no lo hacen el resto del año. En Yom Kippur, las comunidades conservadora y reformista -las más abiertas y modernas del Judaísmo- y algunas organizaciones llevan a cabo ceremonias abiertas y masivas dirigidas sobre todo a los no practicantes.
En este día, Israel se paraliza, especialmente Jerusalén. Desde la tarde, las calles se han empezado a vaciar y algunas están zonas prácticamente desiertas. Todos los comercios y establecimientos han cerrado a cal y canto, el tráfico es inexistente por decreto de las autoridades, que han precintado numerosas avenidas para evitar que circulen vehículos.
Ciclistas y transeúntes pasean por la calzada, algunos jóvenes incluso se sientan en el suelo de avenidas o calles habitualmente repletas de vehículos sabiendo que no los atropellarán. Los aeropuertos se han cerrado a las 13 horas y se abrirán mañana a las 21.00.
En los barrios judíos ultraortodoxos, como el de Me"a She"arim, en Jerusalén, la única actividad se realiza en Yom kippur es en las sinagogas. Los observantes no comen ni beben durante esta jornada y, como en cualquier shabat, no utilizan aparatos eléctricos o cosméticos, no cocinan, no hacen esfuerzo físico, no se duchan ni mantienen relaciones sexuales.
En el otro extremo están los judíos seculares que no observan el Yom Kippur -pocos- y consideran "una barbaridad" que se paralice todo. "Es una imposición, no es normal que no puedas ir en coche o que no haya transporte público", comenta un israelí de origen argentino. Otros consideran el Yom Kippur como "el día para ir en bici o ver películas en casa", pero no en la televisión, ya que las emisiones -también las de radio- se suspenden.
El Ejército y la policía están en alerta máxima. Se han clausurado los pasos de Gaza, Cisjordania y la frontera con Jordania. El temor a posibles ataques se multiplica en el día del Perdón. En la memoria colectiva todavía pesa el Yom Kippur de 1973, cuando Siria y Egipto atacaron por sorpresa a Israel y comenzó una nueva guerra.
Este año, el Yom Kippur coincide con el inicio de la fiesta musulmana del Sacrificio, que empieza mañana. Para los palestinos, el cierre total de pasos fronterizos y la imposibilidad de circular en coche representa un problema, ya que se suelen celebrar comidas familiares y mucha gente necesita desplazarse de una localidad a otra.
La policía israelí ha preparado un dispositivo de seguridad especial en previsión de que se produzcan posibles enfrentamientos entre judíos y musulmanes. La presencia policial es mayor en Jerusalén, cuya parte este es palestina pero está ocupada por Israel, y en ciudades israelíes con importantes minorías palestinas musulmanas como Jaffa, Haifa y Acre.