La carta del primer ministro japonés, Shinzo Abe, en la que honra la memoria de más de un millar de criminales de guerra ha vuelto a patear el avispero asiático. China y Corea del Sur, los vecinos que más sufrieron el expansionismo nipón del siglo anterior, han pedido a Tokio que asuma su pasado con valentía y sin revisionismos.
El Ministerio de Exteriores chino ha urgido a Japón a que “cumpla sus compromisos” y realice “acciones decisivas para ganarse la simpatía de los países asiáticos y la comunidad internacional” en un comunicado firmado por el portavoz, Qin Gang. Pekín también ha pedido a Tokio que “rompa de forma clara con su pasado militarista”.
También el Ministerio de Exteriores surcoreano ha aludido a la carta. “No podemos más que preocuparnos profundamente por el hecho de que el primer ministro Shizo Abe participe repetidamente en actos que pueden ser interpretados como la negación de la estructura postbélica establecida por la comunidad internacional”, ha señalado el portavoz, Noh Kwang-il.
Abe había enviado la carta para una ceremonia de abril, pero su contenido fue conocido ayer. En ella, el primer ministro muestra su “profunda simpatía por los mártires que sacrificaron su alma” por el país. El acto se llevó a cabo frente a un monumento que representa a 1.180 criminales de guerra japoneses, entre ellos el primer ministro Hideki Tojo. Los criminales de “clase A” fueron condenados por los tribunales de Tokio por actos contra la humanidad.
La carta de Abe carga de argumentos a China y Corea del Sur, que acusan a Japón de falta de sinceridad en sus disculpas por las atrocidades cometidas en el pasado siglo. Pekín suele mencionar el decidido arrepentimiento alemán por el nazismo como contrapunto a Tokio. La subida al poder de Abe, un reconocido ultranacionalista, ha empeorado la situación. En diciembre pasado visitó el templo de Yasukuni, epítome para los vecinos asiáticos de los sufrimientos padecidos y de la falta de arrepentimiento japonés.
Las convulsiones que Yasukuni provoca en el continente habían alejado a los primeros ministros japoneses. El último había sido Junichiro Koizumi, siete años atrás. Ni siquiera Abe lo había pisado durante su primera estancia en el poder, entre 2006 y 2007, algo de lo que se arrepintió “profundamente” después. En un año y medio de mandato, Abe no ha conseguido reunirse aún con sus homólogos de China y Corea del Sur.