Dos octogenarios y achacosos exlíderes de los jemeres rojos han sido condenados hoy a cadena perpetua por crímenes contra la humanidad.
Nuon Chea, el camarada número dos, y Khieu Samphan, exjefe del Estado Jemer, escucharon sin mover un músculo la sentencia del tribunal especial. Es el esperado broche a uno de los capítulos más infames de la historia de la humanidad: la aniquilación por purgas, hambre o extenuación de 1,7 millones de personas, casi la cuarta parte de la población camboyana de entonces, entre 1975 y 1979.
Ambos fueron considerados culpables de “exterminación que incluye asesinato, persecución política y otros actos inhumanos como el traslado forzoso, las desapariciones y los ataques contra la dignidad humana”, según la sentencia leída por el juez, Nil Nonn.
Han sido condenados a cadena perpetua, el máximo castigo posible. Sus abogados han anunciado la apelación, pero el juez ordenó que continuasen en prisión debido a la gravedad de los delitos. Los dos ex líderes afrontarán un segundo juicio en septiembre por genocidio, ya que la complejidad de la causa y su avanzada edad aconsejó dividir el proceso. Los expertos creen que el segundo juicio podría alargarse durante años.
Khieu Samphan, ex jefe de Estado de Jemer Rojo, había reconocido los asesinatos masivos pero aseguró que las órdenes provenían directamente de Pol Pot, el líder, y que él carecía de poder para contradecirlo. Nuon Chea, el camarada número dos, y principal ideólogo, había acusado de las atrocidades a las tropas vietnamitas que los echaron del poder en 1979.
Amnistía Internacional ha calificado la sentencia de “crucial paso delante de la justicia” a pesar de la lentitud y el coste económico del tribunal. Las Cámaras Extraordinarias de las Cortes de Camboya, su nombre oficial, se crearon en 2006 tras una década de negociaciones entre Phnom Penh y la ONU.
El Gobierno camboyano ha entorpecido su funcionamiento para preservar la unidad nacional e impedir que alguno de sus miembros salga salpicado. El primer ministro, Hun Sen, fue un cargo medio jemer y los expertos pensaban que los acusados podrían comprometerle en el juicio.
La actitud de Phnom Penh sugería que esperaba que el paso del tiempo liquidase el asunto por la muerte natural de los acusados. Pol Pot y Ta Mok, principales cabecillas, fallecieron en la jungla sin rendir cuentas y la lentitud del proceso ha impedido más sentencias. El juicio empezó en 2011 contra otros dos líderes, pero el ex ministro de Exteriores, Ieng Sary, murió dos años después, y su esposa y ex ministra de Asuntos Sociales, Ieng Thirith, fue retirada del proceso por demencia.
Hasta ayer sólo había sido condenado Kaing Guek Eav, el camarada Duch, por dirigir la exterminación de 16.000 camboyanos en la cárcel de Tuol Sleng o S-21. En ese centro secreto se practicó la tortura sistemática. Con las uñas arrancadas, el cuerpo destrozado por golpes o descargas eléctricas, los detenidos confesaban ser espías de la CIA, el KGB o cualquier sigla y delataban a familiares o amigos. Duch admitió que no había respuesta salvadora. Tras meses de interrogatorio, eran conducidos a los campos de exterminio de Choeun Ek, donde se han censado 120 fosas comunes.
Los jemeres rojos impusieron su llamado paraíso agrario, considerado como el experimento de ingeniería social más extremo de la Historia. Quedó abolida la moneda, la religión y la familia. Todo pertenecía al Estado. Se fomentaba la delación y el asesinato entre familiares como muestra de obediencia.