En julio y agosto de 1918, se libró la batalla más grande entre las tropas alemanas y franco-británico-estadounidenses cerca del río Marne, en Francia. Ésta fue la última gran ofensiva lanzada por las tropas alemanas en la I Guerra Mundial (1914-1918), que fracasó determinando la derrota de Alemania.
EEUU se involucró en combates más tarde que sus aliados, pero sacó más beneficio que nadie y posteriormente volvió a recurrir a la misma estrategia en reiteradas ocasiones.
Hacia principios del siglo XX, EEUU se adelantó a otros países en materia de la producción convirtiéndose en la primera potencia industrial. Para 1913 los índices de fabricación de hierro fundido y de extracción de carbón de EEUU superaron los de Gran Bretaña, Alemania y Francia juntas.
Pero en 1914 una grave crisis azotó a los estadounidenses. La producción se redujo en un 50%. En aquel momento fue cuando estalló la I Guerra Mundial, lo que hizo posible incrementar drásticamente la actividad económica gracias —entre otras cosas- a la cooperación con los países de la Triple Entente, que pasaban por enormes dificultades. La guerra degeneró en un exterminio sin precedentes a causa del uso de sustancias químicas y explosivas de fabricación estadounidense, indican los historiadores. Sin embargo, las batallas en los teatros de operaciones europeos enriquecían a EEUU.
EEUU no se apresuró a entrar en la guerra, prefiriendo desempeñar el papel de ‘árbitro moral', según las palabras del entonces presidente estadounidense, Thomas Woodrow Wilson.Pero a medida que el conflicto se aproximaba a su fin, Washington empezó a esforzarse por entrar en el grupo de los vencedores que firmarían el tratado de paz.
En1917, el Gobierno estadounidense, presionado también por las acciones de Alemania y la creciente retórica antiestadounidense, decidió enviar 85.000 efectivos para que tomaran parte en la batalla del Marne. La mitad murió. Sin embargo, las bajas de EEUU en la I Guerra Mundial no superaron 55.000 personas mientras que los Aliados perdieron millones de personas.
El historiador militar, Andréi Malov, esclarece las circunstancias y los objetivos que perseguía EEUU al entrar en el conflicto: “EEUU tenía relaciones comerciales con todos los países que participaban en la guerra, lo que le aportó beneficios, contribuyó al desarrollo de su industria y redujo la tasa de desempleo. EEUU se involucró en el conflicto cuando sólo quedaba ‘repartir la tarta’. Estaba claro que Alemania y sus aliados sufrirían una derrota y era importante llegar a la hora del reparto de los beneficios. Y EEUU lo logró”.
Después del conflicto, EEUU se centró en el reparto del mundo en su calidad de uno de los vencedores. En un discurso ante el Congreso en 1918 Wilson abogó por crear la Sociedad de las Naciones, liberar Bélgica, devolver Alsacia y Lorena a Francia, asegurar la existencia de Polonia como Estado y darle salida al mar. Esos propósitos pusieron de relieve que EEUU estaba dispuesto a tomar en sus manos la creación del orden mundial de la posguerra. Además, durante la contienda el país norteamericano consiguió concentrar un 40% de reservas mundiales de oro. La deuda del resto de los países ante EEUU alcanzó casi 12.000 millones de dólares, una cifra enorme para aquella época.
Después de la I Guerra Mundial los países europeos más grandes quedaron endeudados a EEUU durante dos generaciones.
“A día de hoy, muchos elogian a Wilson y su sucesor, Franklin Roosevelt. Son los llamados neoconservadores que ven en las ideas de Wilson los orígenes de su ideología en el ámbito de política exterior donde EEUU se presenta como modelo que debe implantar la democracia en otros países recurriendo a cualquier método”, opina el historiador Serguéi Buranok.
Una vez acabado el conflicto, los turistas estadounidenses, aprovechando la enorme diferencia en el tipo de cambio de monedas, llenaron los hoteles de lujo de las grandes ciudades del Viejo Mundo. Los jóvenes europeos empezaron a imitar el estilo de vida de los estadounidenses con sus avances técnicos, brillo y publicidad.
Así EEUU no sólo se convirtió en el acreedor de Europa, sino también en el estándar en la moda y el estilo de vida. Fue lo que le permitió al 29º presidente de EEUU, Warren Harding, que sustituyó a Wilson, hacer la siguiente declaración: “Los estadounidenses necesitaron un año y medio para contribuir más al desarrollo de la humanidad que todos los pueblos del mundo en toda su historia”. Entonces EEUU comenzó a pretender a la hegemonía global. Las causas de la dependencia total de la actual Unión Europea hacia EEUU radican en la historia.
