"Los inmigrantes de primera generación son los que menos delinquen"

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Entrevista con Crystal L. Williams, directora ejecutiva de la American Inmigration Lawyers Association (AILA)

Crystal L. Williams, directora ejecutiva de la American Inmigration Lawyers Association (AILA), trabaja contrarreloj para coordinar la defensa legal de los miles de menores indocumentados recibidos en EE.UU. en los últimos meses.

Su organización, explica, mantiene a más de seiscientos abogados sobre el terreno, estudiando uno a uno los casos de los niños a pesar de la escasez de recursos.

Para Williams el miedo es el factor que explica la exagerada respuesta ante crisis de ciertos sectores de la sociedad estadounidense, el alarmismo e incluso la xenofobia que recorren los medios y las redes sociales, "cuando en realidad numerosos estudios demuestran que los inmigrantes de primera generación delinquen menos porcentualmente que las personas cuyas familias han residido en un país durante generaciones".

Respecto a los menores, distingue dos grupos, los niños y las familias con niños; para el caso de los niños "miles han sido entregados a familiares, amigos o lugares de acogida alrededor del país, mientras que residen en lo que podríamos llamar centros de detención. Luego nos encontramos con las familias, normalmente la madre o el padre y los niños".

Uno de los problemas logísticos fundamentales es que "el principal centro de detención se encuentra en una ciudad muy remota de Nuevo México, donde el abogado más cercano está tres horas de viaje por carretera. Hay gente que está siendo deportada de ese lugar, literalmente, mientras usted y yo hablamos, y nos hemos concentrando en enviar abogados a ese lugar. De momento tenemos ocho, de nuestra división en Colorado, y la semana próxima se les unirá otro grupo desde Oregón".

Tras aclarar que AILA cuenta también con "voluntarios que no son especialistas en inmigración, así como varios despachos de abogados muy prestigiosos que están ayudando de forma desinteresada", comenta que "la principal cuestión es, al menos, explicar sus derechos a los inmigrantes, pero claro, se trata de un reto enorme, y no siempre todos los voluntarios pueden dejar sus vidas y dirigirse a Nuevo México".

La primera actuación, cuenta, pasa por identificar a los niños, quienes son y donde se encuentran, "y a veces son las pequeñas cosas las que te matan, las pequeñas confusiones, por ejemplo respecto al calendario. Hay que estar muy atento mientras tratamos de poner en contacto a los niños con los abogados".

A día de hoy, el 73% de los niños han sido recolocados en seis áreas importantes, donde AILA cuenta con grupos muy activos, pero también "hay 34 niños en Ohio, con audiencias fijadas en Cleveland, donde de momento no tenemos a casi nadie, y es extraordinariamente importante prestarles asistencia legal. Para un recién llegado, y sobre todo para un niño, resulta complicadísimo articular su historia, y mucha gente no sabe qué responder a las preguntas técnicas, exponiéndose a perder su caso por más que aproximadamente dos tercios de los niños tienen suficientes argumentos para solicitar con todo derecho el estatus de refugiado".

Preguntada por la polémica generada esta semana, cuando se supo que hubo niños reubicados en otros Estados que recibieron citaciones de Los Ángeles sin tiempo para presentarse ante el juez, descarta su gravedad: "fue una cuestión mecánica. Enviaron las citaciones de forma automática, sin considerar donde se encontraban los niños, pero era algo estúpido y se ha solucionado. Otra cosa es que aunque nos parece muy bien que se aceleren los procesos, porque en general son ridículamente lentos, debemos tener cuidado de no acabar en el otro extremo, de acelerarlos tanto que privemos del derecho a una defensa justa a los niños".

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