El presidente chino, Xi Jinping, acaba mañana una visita por Latinoamérica que le habrá llevado por cuatro países y habrá servido para fortalecer los lazos económicos y geopolíticos con una región que considera clave para su desarrollo global.
Xi ha estado en Brasil, donde acudió a la sexta reunión de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y a la cumbre de la CELAC (Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe). Después acudió a Argentina, Venezuela y Cuba.
Los expertos inciden en el cambio de estrategia: además de las tradicionales relaciones bilaterales, China se acerca al subcontinente ahora desde una perspectiva regional para potenciar su influencia y peso geopolítico. Una prueba es su participación en la cumbre de CELAC, organización que apartó a Estados Unidos y Canadá cuando se formó en 2011.
China ya utiliza la vía regional en África, donde el Foro de Cooperación Sinoafricano le permite comunicarse con 50 jefes de Estado al mismo tiempo. “China desea combinar los esfuerzos en Brasil y otros países de la zona para convertirnos en buenos amigos y aliados en un destino compartido y un camino en sintonía”, dijo Xi en Fortaleza.
Los intercambios bilaterales alcanzaron el año pasado los 261.000 millones de dólares, cuando apenas una década atrás sólo sumaban 12.000 millones de dólares. Pero esa multiplicación por 21 no esconde que aún queda mucho margen de mejora porque sólo el comercio chino con Corea del Sur supera al de todo el subcontinente.
China es ya el segundo socio comercial de la zona y su tercer inversor. Pekín ofreció este jueves 35.000 millones de dólares para financiar proyectos en Latinoamérica. Esa inversión será completada por el banco de fomento que crearon esta semana los BRICS para financiar a los países en desarrollo.
China prestó 15 mil millones de dólares a la región el año pasado, según el Archivo de Finanzas China-Latinoamérica. El caudal de yuanes ha ayudado a reducir la tradicional dependencia de Estados Unidos, aunque algunos analistas alertan de que se está incubando una nueva dependencia hacia China. El volumen de financiación de Pekín a la región ha superado al conjunto de todas las organizaciones internacionales como el Banco Mundial.
El interés es mutuo. Latinoamérica produce los recursos energéticos para la maquinaria de crecimiento china, los alimentos para su pueblo (China tiene una relación crítica entre población y tierra cultivable) y es un mercado amplio para sus exportaciones, desde manufacturas a productos de alto valor añadido. Para Latinoamérica, China es el comprador de sus excedentes agrícolas y mineros, además de una fuente inversora estable cuando la crisis ha cerrado el grifo estadounidense y europeo.
Ambas partes están intentando variar el tradicional patrón económico basado en las importaciones chinas de materias primas y productos alimentarios a cambio de manufacturas. El subcontinente pudo vadear la crisis global gracias a las compras chinas pero en los últimos años han aumentado los lamentos por un sistema insostenible a medio plazo por el creciente déficit comercial y porque impide un desarrollo en tecnología, empleos, salarios o valor añadido.
Casi el 10 % de las exportaciones latinoamericanas acaban hoy en China, cuando una década atrás apenas alcanzaban el 2 %. Buena parte de ellas son alimentos como soja o minerales como hierro o cobre. Algunos analistas subrayan que las economías monoproductivas de Latinoamérica dificultan profundizar en la diversificación del comercio bilateral.
Enrique Dussel Peters, coordinador del Centro de Estudios China-México de la Facultad de Economía de la UNAM y de la Red Académica de América Latina y el Caribe sobre China, alude al reto que plantea China para la economía regional: gran parte de la industria que muchos países empezaron a desarrollar hace más de 30 años es ahora ineficaz por la competencia china, lo que pone en peligro muchos puestos de trabajo.
“¿Qué exportarán a China, además de materias primas y energía? ¿De plano las élites de ALC –Latinoamérica y Caribe– han claudicado y son incapaces de competir con China, perdiendo entonces millones de empleos? (…) China, a fin de cuentas, es un espejo para las élites de ALC. Nos refleja todo lo que la región no ha hecho: políticas industriales, comerciales, de ciencia y tecnología, educativas, para la disminución de la pobreza, las mejoras de las infraestructuras…”, señala el experto por email.
Existen otros aspectos de tensión en las relaciones con China como sus mejorables estándares medioambientales y laborales o las pocas facilidades para que los productos latinoamericanos lleguen al mercado chino. Pero las urgencias de la región han imposibilitado las posturas beligerantes: Argentina busca financiación en general e inversiones en su yacimiento de Vaca Muerta, Brasil –el negociador más duro de la zona– requiere ahora del flotador chino para espolear su economía, Venezuela necesita más inversión en el sector petrolero y Perú quiere más capital para infraestructuras.
El freno en el crecimiento económico de China plantea dudas sobre sus efectos directos en Latinoamérica. Gustavo Cardozo, coordinador de Asia del Centro Argentino de Estudios Internacionales, no cree que se vaya a sentir un impacto negativo. “Principalmente porque la matriz de comercio bilateral se sustenta en materias primas básicamente. Este aspecto no afecta en gran medida a nuestra región, sobre todo por el crecimiento de la clase media china, la cual se mantiene, y el índice de poder adquisitivo. Ambos son indicadores fundamentales para Latinoamérica. Por otro lado, el flujo de inversiones de origen chino aumentó considerablemente en países como Perú, Brasil y Chile”, indica por email.