En una multitudinaria intervención ante la prensa Obama ha declarado que el siniestro del avión malasio es una tragedia de escala global y un "suceso indignante de proporciones inimaginables".
Tras asegurar que la investigación de lo ocurrido compete a la "comunidad internacional" recalcó que según todos los informes manejados por la inteligencia estadounidense el misil fue disparado desde territorio controlado por las milicias.
Descartó cualquier análisis de las posibles motivaciones de quienes derribaron el avión por considerarlo precipitado y deslizó críticas poco veladas contra Rusia, a la que acusó de armar y entrenar durante meses a las milicias del este de Ucrania.
Sus declaraciones, sin embargo, fueron más comedidas que las proferidas poco antes en Naciones Unidas por la embajadora estadounidense, Samantha Power, quien aseguró que "no podemos descartar la asistencia técnica rusa". Power ha sido muy criticada al establecer una dudosa comparación, "proporcional al número de habitantes", entre el 11-S, EE UU y Holanda (país con el mayor número de víctimas entre los pasajeros).
"Esto debería de ser una llamada de atención al mundo respecto al conflicto en Ucrania", añadía por su parte el presidente durante su encuentro en la Casa Blanca con periodistas, "no es un asunto local y sus consecuencias afectan a toda la comunidad internacional. Por tanto, "hay que moverse hacia una solución negociada".
Obama también habló de posibles sanciones a Rusia y confirmó que al menos una ciudadana estadounidense ha fallecido en un siniestro que, entre otros cientos de personas, ha costado la vida de algunos de los más respetados expertos en el SIDA a nivel mundial.