Mamá Rosa, la anciana benefactora acusada de maltrato a 500 niños mexicanos

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Rosa Verduzco, una mujer de 79 años de edad que ha dedicado toda su vida a recoger niños de la calle, es la principal acusada de haber mantenido en condiciones infrahumanas a unos 500 infantes, sometidos a supuestos abusos en un precario albergue que la anciana fundó hace más de medio siglo en el estado de Michoacán, en el centro de México.

Con el apoyo de filántropos millonarios y poderosos políticos con cargos de gobernadores y presidentes del país, durante décadas la mujer de apariencia regordeta, modales poco refinados y hasta lenguaje soez, se ganó el respeto de la sociedad mexicana, en Michoacán, uno de los estados de México más asolados por la violencia de bandas criminales.

Ahora, miembros de la élite intelectual mexicana salen en defensa de Mamá Rosa, con el historiador Enrique Krauze a la cabeza, director de la prestigiosa revista Letras Libres, quien fue secretario de redacción del desaparecido poeta y premio Nobel, Octavio Paz.

Durante todo el martes, los habitantes de la ciudad de Zamora (unos 400 km al oeste de la Ciudad de México), sede del albergue La Gran Familia, fundado en 1947 y constituido en asociación civil en 1973, permanecieron en vilo a la espera de inesperados resultados de un gigantesco operativo policial y militar, encabezado por la plana mayor de la fiscalía mexicana y el combate contra la delincuencia organizada.

Al anochecer, el Procurador General de la República, Jesús Murillo, anunció en Morelia, la capital de Michoacán, la detención de Mamá Rosa, como principal responsable de los abusos, y de ocho de sus colaboradores: “En un cateo encontramos que había cerca de 500 niños en condiciones verdaderamente lamentables”.

Además de los menores, las máximas autoridades judiciales anunciaron el rescate de un centenar de adultos de hasta 40 años, que habitaban el albergue popular por donde han pasado más de 5 mil infantes, huérfanos, hijos de prostitutas o de religiosos que los rechazan, y hasta delincuentes menores recogidos de las calles.

Las fotos desempolvadas por la prensa no dejan duda del respeto público por la anciana benefactora: Mama Rosa recibiendo un reconocimiento del exgobernador de izquierdas Leonel Godoy; abrazada con el expresidente Felipe Calderón (2006-2012); homenajeada por la esposa del mismo expresidente Margarita Zavala; con sus infantes ante el expresidente Vicente Fox (2000-2006); con la alcaldesa de Zamora, Hilda Abascal; con un coro de niños del albergue, rompiendo una piñata en una fiesta infantil.

Mamá Rosa aparece en esas imágenes como una leyenda viviente del alivio popular de las penas infantiles.

La acusación

“Inmediatamente se tuvo que actuar para empezar a eliminar las plagas que se encontraban ahí. Había ratas, chinches, pulgas, para poder dejar el lugar en condiciones, es muy difícil de repente mover a los 500 niños a otro lado con mejores condiciones”, describió el Procurador federal.

La orden de cateo se originó en la denuncia hecha por cinco personas: “sus hijos estaban en un albergue, podríamos llamarle, internado si ustedes quieren, y que no se los devolvían, se negaban a devolvérselos e inclusive (se les negaba) la libertad”, relató el Procurador.

Testigos y denunciantes comenzaron a relatar abusos físicos y psicológicos hacia los menores, relatando que los niños, mal alimentados, eran obligados a pedir limosnas, a dormir en el suelo entre plagas, algunos habrían sufrido abusos sexuales y les prohibían abandonar La Gran Familia, incluidos los bebés que nacían dentro del albergue, que alguna vez gozó de buena reputación.

El aparatoso rescate ocurrió mientras en México la atención de la opinión pública se centra en decenas de miles de niños migrantes centroamericanos que cruzan solos territorio mexicano en una penosa travesía ilegal hasta la frontera de Estados Unidos, donde son detenidos por la Patrulla Fronteriza en albergues a la espera de su deportación.

La suerte de los niños en México incluye secuestros por mafias de narcotraficantes y redes de prostitución. Así se explicaría el despliegue en un enclave de la violencia delincuencial en México.

Un testigo de honor

Krauze comenzó su campaña en el momento mismo del cateo en su cuenta de Twitter: “Inadmisible el acoso del gobierno a Rosa Verduzco en Michoacán. Una vida dedicada a recoger huérfanos. Vendrá una protesta internacional”, escribió.

El historiador conoció a la anciana hace casi 15 años, en el año 2000, cuando escribió en Letras Libres una crónica navideña de una visita que hizo con su propia familia: “hace más de medio siglo (…) una mujer sola, llamada Rosa Verduzco, ha recogido, adoptado y educado para una vida digna y productiva a varios miles de niños abandonados”.

Krauze señalaba desde entonces el escepticismo ante la filántropa: “La sociedad zamorana tardó tiempo en asimilar lo que veía. No pocas veces reaccionó con incomprensión, intolerancia y una suerte de asco. La salvaje piedad de Rosa parecía una locura”.

El relato de las actividades infantiles entusiasmó a Krauze: además de aprender a leer y hacer cuentas, los niños se adiestraban en oficios prácticos, productivos y en actividades artísticas.

Y lo que hoy se perfila como un crimen, entonces aparecía como una virtud: “A casa de Rosa no sólo llegan bebés que tienen por cuna una caja de cartón, sino vagabundos, drogadictos, rateros de toda la República. Los condenados de esta tierra”.

El trato duro de la anciana con los niños no se escapaba a entonces al ojo del historiador: “A veces, para templarlos, Mamá Rosa los manda a larguísimos viajes de ida y vuelta por el país, sin proporcionarles un quinto: ‘se las arreglan solos y regresan siempre, los cabrones’. Las leperadas de Rosa no son un caso de afectación. Son el universo verbal que habita”.

El retrato de Mamá Rosa al entrar en escena fue minucioso: "Mamá Rosa ha tenido que esgrimir mano dura para castigar desmanes, abusos, faltas de honestidad y riñas (…). Dictadora amorosa, ordena a diestra y siniestra con su voz ronca que los niños muestren lo mucho que han aprendido”.

El historiador defiende su veredicto: “La Gran Familia no produce santos ni ha descubierto la vacuna contra la desdicha, pero allí el Jaibo no corromperá ni matará al hijo inocente de la inocente madre, vejada por el padre, esposo fantasmal. Allí los hijos que abandonó la madre humillada han encontrado el seno de una madre dulce y lépera, hechicera que convierte la mueca de animalidad en gesto humano”.

La polémica está sembrada “las denuncias acumuladas en cuatro años (como 50) incluyen imputaciones tan graves como el abuso sexual de menores o explotación laboral infantil, porque a muchos los obligaban a pedir limosna” escribió en su columna de portada el director del diario nacional Milenio, Carlos Marín. Y dejó la duda en el aire: “Imposible imaginar que se trate de un vulgar atropello este repentino eclipse de una variante laica de la Madre Teresa de Calcuta”.

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