Obama recibirá mañana en la Casa Blanca a una delegación de destacados congresistas latinos, todos ellos demócratas y agrupados en el Caucus Hispano del Congreso, para abordar la crisis de los niños indocumentados.
Basta con abrir la web oficial de la Casa Blanca para conocer el punto de vista del presidente: "Nuestro sistema de inmigración está roto. Arreglarlo es un imperativo de seguridad nacional. Por eso el presidente Obama está trabajando para aprobar un conjunto integral de reformas que garantice que todo el mundo juega con las mismas reglas".
El objetivo de la reunión del miércoles será tratar la crisis provocada por la masiva inmigración de niños indocumentados hasta la frontera de EEUU. Si es necesario, ha dicho Obama en los últimos días, gobernará la cuestión migratoria por decreto.
Aquellas declaraciones, sumadas a la negativa presidencial de visitar la frontera en su reciente viaje a Texas, han desatado la mayor polémica de su segundo mandato.
Para aliviarla, y encontrar la fórmula que desbloquee la petición de 3.700 millones de dólares al Congreso con los que mejorar las capacidades en la frontera, Obama quiere convencer a los congresistas a fin de recabar su ayuda.
No lo tendrá fácil, pues los republicanos ya han dejado claro que no piensan ceder, convencidos de que la masiva llegada de inmigrantes tiene que ver con las promesas electorales de Obama. Para estos congresistas el desastre está relacionado con la anunciada y siempre aplazada ley de inmigración y su posible efecto llamada.