El candidato del Partido Popular Europeo (PPE), Jean-Claude Juncker, ha sido elegido presidente de la Comisión Europea con 422 votos a favor, 250 en contra y 47 en blanco, tras pedir el voto de los partidos de izquierda con la puesta en marcha de un plan de estímulo de 300.000 millones de euros en un plazo de tres años. Un plan que debería activarse antes de marzo del año próximo.
El conservador luxemburgués Juncker ha coqueteado con la izquierda y al prometer impulsar el crecimiento, el empleo y la competitividad y corregir los estragos que ha provocado la política de marcada austeridad impuesta por las autoridades europeas como vía para salir de la crisis económica.
También ha avanzado que hará obligatorio el registro de lobbies para que los ciudadanos sepan con quién se reúnen los mandatarios europeos. Además, modificará las reglas sobre transgénicos para que Bruselas no pueda decidir en contra de la voluntad mayoritaria de los Estados miembros.
La cifra propuesta por Juncker supone apenas el 0,77% del PIB de la Unión Europea, según los datos de Eurostat. Juncker reclama un paquete de inversiones "ambicioso", centrado en infraestructuras de transporte, I+D, banda ancha, energía y reindustrialización del continente.
Pero no con deuda: "No se sale de la crisis solo con gasto público; no se recupera el crecimiento sostenible con montañas de deuda pública cada vez más altas". El líder conservador pretende aprobar ese miniplan de estímulo combinando dinero privado y público, a través de los fondos estructurales y del BEI.
Los eurodiputados socialistas españoles han votado en contra de Juncker por una cuestión de coherencia con el discurso de la recién acabada campaña electoral interna que ha escogido este domingo a nuevo secretario general.
Durante la campaña se hizo una protesta seria contra las políticas económicas de la derecha europea. El nuevo líder del PSOE ha hecho bandera de esa posición.
Juncker llevaba semanas cortejando a los socialdemócratas y los Verdes para poder obtener una mayoría suficiente para su elección como presidente.
Por ello ha reclamado también un salario mínimo europeo y un pacto de estabilidad y crecimiento (las reglas fiscales) más flexible, tal como vienen pidiendo Italia y Francia.
El ex primer ministro luxemburgués y ex presidente del Eurogrupo (los ministros de Economía de la zona euro) ha reconocido "errores" en la gestión de la crisis, y pondrá el énfasis en estudiar las consecuencias sociales de los programas de ayuda, tras los efectos devastadores de los rescates controlados por la troika (Comisión, BCE y FMI).