El museo Tate Modern de Londres explora la obra y pensamiento de Kazimir Malevich (1879-1935) en su gran exposición del verano que cubre todos los periodos creativos del vanguardista e influyente artista ruso.
El Museo Estatal de San Petersburgo, la Galería Estatal de Tretiakov, en Moscú, y otras importantes instituciones nacionales y regionales de Rusia colaboran en la muestra monográfica con cerca de sesenta pinturas, maquetas arquitectónicas y obras en papel del revolucionario creador.
“Es una mirada completa a su trabajo, ideas y función pedagógica”, explicó Chris Dercon, director de Tate Modern, en la presentación en la mañana del martes. Tras su inauguración privada esta noche, en la que se espera la asistencia de representantes rusos y de otros museos internacionales, la exposición permanecerá abierta al público desde el 16 de julio al 26 de octubre.
La muestra abarca unas 400 obras, incluidos 150 trabajos en papel, que ilustran el salto de Malevich desde la figuración inicial a la abstracción y vuelta a la figura humana con una innovadora perspectiva.
Su búsqueda de un lenguaje moderno propiamente ruso le llevó a experimentar con el cubo-futurismo en escenas rurales y representaciones de campesinos que funden las perspectivas fracturadas del cubismo con el dinamismo y movimiento asociado a los pioneros futuristas italiano. “Fue un absoluto radical”, afirma el comisario principal de Tate Modern, Achim Borchardt-Hume.
En 1915, Malevich rompió los esquemas del arte con su mítico cuadro “Cuadrado negro”, que exhibió junto con otras 39 obras propias y de sus contemporáneos en “La última exposición de pintura futurista 0.10”, en la entonces Petrogrado.
El lienzo es una fiel representación de su título, una mancha negra con sus cuatro bordes en blanco. “Rechaza el concepto tradicional del arte y crea una estructura puramente basada en la forma y el color. “Cuadrado negro” simboliza poder, innovación y una nueva realidad”, resalta el comisario.
El cuadro original es demasiado frágil para viajar al extranjero pero Tate Modern ha recuperado dos versiones de la misma obra, que Malevich ejecutó en 1923 y 1929. En una sala se recrea además la rompedora distribución de 0.10 con el puñado de pinturas expuestas en Rusia que se han podido identificar a partir de la única fotografía que se conserva del evento.
Malevich reinventó la figuración al retomar la pintura, tras años dedicados a la docencia y al esfuerzo colectivo por construir una nueva sociedad a partir de la Revolución de Octubre. Este periodo se ilustra con retratos de los grandes museos rusos, como “Cabeza de campesino”, 1928-1929; “Mujer con rastrillo”, 1930-1932, o “Muchacha con un palo rojo”, 1932-1933.
