Antonio Comín, un hispano acusado de traficar personas, comenzó el jueves a cumplir su condena en una prisión de Florida, informaron las autoridades locales.
Comín, de 56 años y ciudadano estadounidense nacido en Miami, fue condenado a 20 años de prisión por un tribunal de Miami que le encontró culpable de alentar a personas a entrar de forma ilegal en EEUU, sobre todo por mar, y de traficar personas para enriquecerse, comunicaron la víspera el Departamento de Justicia y la Fiscalía Federal del Distrito Sur de Florida.
El juez José E. Martínez puso así fin a una trayectoria delictiva lucrada y abusos de la desesperación de quienes esperan alcanzar las costas de EEUU para obtener la residencia.
Comín no es el único miembro de su banda condenado. Otras siete personas han sido ya sentenciadas, si bien la pena recibida por el líder del grupo es con diferencia la más dura.
En septiembre de 2012 Comín fue detenido por una patrullera estadounidense cuando la embarcación que pilotaba, con veintiún inmigrantes cubanos a bordo, sufrió un percance en las inmediaciones de las Bahamas. Otra barcaza con inmigrantes, que había acudido en su ayuda, también sufrió una avería y fue apresada.
No era la primera vez que la banda liderada por Comín era perseguida por las autoridades. A principios de 2012, logró escapar de la Guardia Costera tras desembarcar a otro grupo de indocumentados en Florida.
La dura sentencia llega en mitad de la crisis humanitaria con los niños, más 50.000, que han cruzado la frontera entre México y EEUU en lo que va de año. Esta semana, una embarcación con 34 cubanos a bordo era rechazada por las autoridades de las Islas Caimán, obligados a continuar su viaje, presuntamente rumbo a Honduras, desde donde tratarían de llegar por tierra a EEUU, so pena de ser repatriados a Cuba.
En virtud de un tratado entre las Islas Caimán y Cuba, las autoridades de este primer territorio deben de abstenerse de ayudar a los inmigrantes cubanos que lleguen a sus costas, si bien se cree que la norma ha sido burlada en numerosas ocasiones por la evidente inhumanidad de permitir que los viajeros continuaran su viaje sin al menos abastecerse de agua, comida o medicinas.
