Mañana se cumplen 25 años desde que la URSS completó la retirada de sus tropas de Afganistán, evento al que Moskovski Komsomolets dedica este viernes una entrevista con el coronel general Boris Grómov, en la actualidad senador y en 1989 el último combatiente en abandonar el territorio afgano.
Aquella guerra que Grómov hoy califica de “rara” costó la vida a unos 15.000 militares soviéticos de un total de 600.000 que participaron en ella de 1979 a 1989.
“Además de retirar nuestras unidades desde Afganistán, nos llevamos a cuestas miles de obeliscos instalados en las tumbas de nuestros soldados y oficiales caídos allí”, recordó.
El general opina que la experiencia rusa en Afganistán podría ser de utilidad a las tropas de EEUU, aunque “su situación, objetivos, táctica y actitud hacia los afganos son diferentes”.
Las conversaciones con los afganos le dejaron la impresión de que “tienen un odio visceral a los estadounidenses y, en cambio, acogen con benevolencia a los excombatientes rusos que visitan su país”.
“No nos portamos como invasores, hicimos bastantes cosas para mejorar la vida civil en Afganistán. Construimos numerosas obras, tendimos tuberías, ayudamos con víveres y equipos civiles”, explicó.
Un 60% de las operaciones realizadas por militares rusos en Afganistán, según Grómov, “fueron humanitarias, de paz, por paradójico que parezca”.