Los edulcorantes bajos en calorías no son capaces de engañar el cerebro con su sabor y llevan a que la persona más tarde consuma azúcar en cantidades sobrantes, afirman científicos estadounidenses en un informe publicado en Journal of Physiology.
Investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale montaron experimentos en ratones con uso de edulcorantes sintéticos y azúcar para registrar las reacciones químicas del cerebro.
Fue detectada una señal específica del encéfalo, que regula el nivel de dopamina, hormona del placer, la cual se emite solo cuando se consume azúcar capaz de actuar como combustible.
“Cuando los ratones hambrientos, con baja concentración de azúcar en la sangre, podían optar entre los edulcorantes sintéticos y el azúcar, preferían a éste último en la mayoría de los casos despreciando los edulcorantes, aunque eran mucho más dulces”, dice el informe.
Sus autores están seguros de que un mecanismo semejante funciona en los humanos y esperan descubrir en adelante los receptores del cerebro responsables de hacer tal opción.