El Ministerio de Exteriores de Rusia, ante las múltiples filtraciones de materiales que imputan el uso de armas tóxicas al Gobierno de Siria para abonar el terreno a una intervención militar, dio a conocer hoy parte del informe elaborado por sus expertos a partir de las muestras provenientes de Khan al Asal, suburbio de Alepo donde un ataque químico causó 26 muertos y 86 heridos el pasado 19 de marzo.
Según este informe de casi 100 folios que Rusia traspasó en julio pasado al secretario general de la ONU, en Khan al Asal no se usó un proyectil del arsenal del Ejército gubernamental sino uno de fabricación casera, de tipo y características similares a los cohetes que los rebeldes de la brigada Bashair al Nasr producen en el norte de Siria.
El explosivo era el RDX, o hexógeno, que no se emplea en municiones reglamentarias. Las muestras recogidas en el lugar contenían el agente nervioso sarín, así como diisopropilfluorofosfato (DFP) que los países occidentales usaron como arma química durante la II Guerra Mundial.
Aquellos que se empeñan en echar toda la culpa al actual Gobierno de Siria, centran actualmente su atención en el ataque del pasado 21 de agosto contra Guta Oriental, e intentan obviar el hecho de que efectivos del Ejército regular se vieron afectados por agentes tóxicos el 22, el 25 y el 25 de agosto, al descubrir en este suburbio materiales, equipos y recientes con rastros de sarín, según la cancillería rusa.
En este contexto, Exteriores celebra el anuncio de que inspectores de la ONU volverán próximamente a Siria para continuar su investigación, en particular, en Khan al Asal.