Una habitante de la aldea Sabakaevo, de la provincia rusa de Uliánovsk, inscribió en un piso de 35 m2 a más de 110 trabajadores extranjeros, informó hoy la Fiscalía General rusa.
La mujer cobró 500 rublos (unos 12 euros) a cada “inquilino” por la legalización de su estancia en el país.
Ahora la hospitalaria anfitriona de Uliánovsk corre el riesgo de pasar hasta cinco años entre rejas por “la estancia ilegal en Rusia de ciudadanos extranjeros”.
Los huéspedes extranjeros, cuyo verdadero paradero se desconoce, procedían de Uzbekistán, Azerbaiyán, Ucrania y otros países.
La legislación rusa obliga, salvo algunas excepciones, a todo extranjero a empadronarse si el periodo de su estancia en el país supera los siete días.