Las nuevas alianzas energéticas siembran la discordia en Georgia

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El ministro de Energía de Georgia, Kaja Kaladze, ha anunciado que es necesario volver a comprar gas a Rusia.

El ministro de Energía de Georgia, Kaja Kaladze, ha anunciado que es necesario volver a comprar gas a Rusia.

“Nuestro país no ha de depender de un único suministrador, es decir, de Azerbaiyán”, dijo según la cadena de televisión Imedi.

Desde el punto de vista político y económico el criterio es más que certero, porque, sin lugar a dudas, es aconsejable diversificar los suministros de hidrocarburos y Georgia desde 2007 sólo recibe gas azerbaiyano. Aquello que el presidente Mijaíl Saakashvili llamó liberación de la dictadura de Moscú no es sino una burda marcha atrás de la seguridad económica para el nuevo Gobierno.

La respuesta de Saakashvili fue instantánea. Calificó la idea de comprar gas a Rusia de “revisión fundamental del rumbo político independiente”. Ambos políticos y muy a su manera parecen estar en lo cierto.

El carácter tormentoso no deja vivir en paz

Lo más posible es que próximamente Georgia no empiece a comprar gas a Moscú. Sin embargo, el duelo verbal mantenido por el presidente y el ministro de Energía permite captar la esencia de la situación política en el país. No ha sido casual que este intercambio de opiniones coincidiera con la visita de Saakashvili a Azerbaiyán. Tuvo que ofrecer comentarios y con toda probabilidad la declaración de Kaladze le hizo enfadar. En la época postsoviética Georgia y Azerbiyán han anunciado ser aliados más o menos la misma cantidad de veces que Azerbaiyán y Armenia se han declarado enemigos.

Y en cuanto a Georgia y Armenia, al inicio de cualquier reunión de sus líderes se ha recordado que los países nunca se han enfrentado en una guerra. Acto seguido se procedía a intercambiar pretensiones de toda índole, empezando por las ofensas de Armenia por el hecho de haberse convertido muchas de sus iglesias en georgianas y acabando por la preocupación de Tbilisi por las actividades de los separatistas armenios en la región georgiana de Dzhavajetia.

Ereván se muestra dolida porque cree que Tbilisi abusa de su posición monopolista en el tránsito de cargas a Armenia. Por su parte Georgia que desde los primeros días de la independencia estaba tradicionalmente enfrentada a Moscú, tenía por costumbre no fiarse de Ereván, que se consideraba aliado estratégico de Rusia.

El sueño del vino y los ferrocarriles

Tbilisi y Bakú, obligados a mostrarse solidarios en el tema del separatismo, han apostado de forma unánime por la cooperación con Occidente. Y su acercamiento ha sido mayor por la realización de proyectos conjuntos en el ámbito de los hidrocarburos, en concreto, construcción de oleoductos y gasoductos. Ello le permitió a Saakashvili plantearse la sustitución del gas ruso por el azerbaiyano, de menor precio.

El cambio supuso para Georgia un gran acontecimiento, desde el punto de vista económico, político y también geopolítico. La tradición de cooperación que unía a los dos países se plasmó en acuerdos muy concretos y una mutua satisfacción.

Pero Bidzina Ivanishvili ganó las elecciones y tuvo que emprender la anunciada mejora de relaciones con Rusia. Se empezó a hablar de reanudar las exportaciones de vino georgiano a Rusia, de entablar un diálogo con Abjasia y Osetia y recuperar la comunicación ferroviaria entre Moscú y Ereván a través de Tbilisi.

No se sabe si Ivanishvili se daba cuenta de que estaba a punto de derrumbar el pilar que sostiene el rumbo estratégico del país. Como no podía esperar la indignación de Azerbaiyán por esta inesperada inclinación por Armenia. No habrá evaluado correctamente el grado de dependencia de la política regional del deseo de hacer o no las paces con Moscú.   

Por supuesto, pronunció en Bakú todas las palabras apropiadas, insistiendo en que sus declaraciones habían sido malinterpretadas. Pero más tarde, al encontrarse con una visita en Armenia, dijo envidiar el estado de las relaciones ruso-armenias. Hubo algo de tensión, pero luego todos se han dado cuenta de que no hay ni puede haber nada serio tras sus palabras.

El hombre perfecto en el lugar perfecto

De modo que la polémica no cesa e Ivanishvili vuelve de vez en cuando a sus planteamientos, el ferrocarril entre Moscú y Ereván incluido, aunque no sólo Bakú esté en contra, Abjasia tampoco lo parece necesitar mucho. A modo de respuesta Saakashvili discute la posibilidad de trazar una vía más apropiada para las realidades de la región, desde Bakú hacia la ciudad turca de Kars a través de la localidad georgiana de Ajalkalaki.

Durante el mandato de Ivanisjvili no será un proyecto muy bienvenido, porque ni Moscú ni Armenia, que quedará aislada de los proyectos regionales, están entusiasmadas por la perspectiva que se les ofrece. Con toda probabilidad nada se construirá y éste será el rasgo característico del final de la época de Saakashvili y de la de Ivanishvili que todavía no se ha dado a conocer.

En estos seis meses de esfuerzos no demasiado intensos se han agotado todas las posibilidades de acercamiento entre Tbilisi y Moscú, así que no tiene sentido insistir en el cambio fundamental del rumbo de Saakashvili.

Los expertos indican que la cantidad de 1.000 metros cúbicos de gas ruso le costaría a Georgia unos 100 dólares más que el azerbaiyano. Kaja Kaladze, habitual objeto de burlas, es el hombre perfecto que se encuentra en el lugar perfecto. Y no asumirá por sus declaraciones ninguna responsabilidad, al igual que no lo hará el primer ministro por su promesa de conseguir que mejoren las relaciones ruso-georgianas.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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