Publicado a las 18.17 GMT; actualizado a las 21.28
Francisco I, el primer papa latinoamericano en la historia de la Iglesia Católica, comenzó su pontificado con peticiones de oración para él, Benedicto XVI, y votos de fraternidad entre el Vaticano y los católicos de todo el mundo.
“Hermanos, hermanas, buenas tardes, quiero elevar una oración por nuestro papa emérito”, dijo el jesuita y arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, al salir al balcón de la Basílica de San Pedro.
"Comenzamos este camino de la Iglesia de Roma, obispo y pueblo, juntos, en hermandad, amor y confianza recíproca. Recemos unos por otros, por todo el mundo, para que haya una gran hermandad. Este camino debe dar frutos para la nueva evangelización", dijo Francisco I orando el Padre Nuestro y el Avemaría.
Antes, anticipando el comienzo de una etapa para la Iglesia, el papa latinoamericano hizo un comentario curioso al anunciar a las decenas de miles de fieles que por lo visto, “los cardenales fueron a buscar al nuevo pontífice al fin del mundo”, en clara alusión a su país, Argentina.
El nombramiento de Francisco I, de 76 años, como 266 pontífice de la Iglesia Católica fue hecho por el cardenal protodiácono, Jean-Louis Pierre Touran al concluir el quinto escrutinio del conclave de 115 cardenales que empezó el pasado 12 de marzo.
La “fumata” blanca salió de la chimenea de la Capilla Sixtina a las 19.05 hora de Roma (18.05 GMT). Poco después, el repicar de las campanas en la Plaza de San Pedro confirmó la esperada noticia.
A la elección le precedió una “fumata” negra en la noche del martes y otra, esta mañana. Después del último escrutinio, el cardenal decano Giovanni Battista Re, en nombre de todo el colegio de los electores, pidió a consentimiento Bergoglio y, una vez recibido, le preguntó el nombre elegido para ejercer su pontificado.
Posteriormente, el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, actuando como notario y con dos ceremonieros como testigos, levantó acta de la aceptación del nuevo Pontífice y del nombre que tomó. Después de la aceptación, Bergoglio pasó a ser inmediatamente Obispo de la Iglesia romana, verdadero Papa y Cabeza del Colegio Episcopal.
Mientras, decenas de miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro a pesar del frío y la lluvia, recibieron con gritos y aplausos la “fumata” y esperaron durante más de una hora la aparición del cardenal protodiácono, el francés Jean-Louis Pierre Touran, quien, desde el balcón de la basílica de San Pedro, anunció al mundo la elección del nuevo Papa (“Annuntio vobis gaudium magnum Habemus Papam”) y reveló su identidad.
Minutos después, el nuevo papa precedido por la Cruz salió al balcón para saludar y bendecir a los fieles que le aclamaron con gritos y aplausos.
Nacido en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936, Jorge Mario Bergoglio era uno de los 183 cardenales de la Iglesia Católica, miembro de la Compañía de Jesús. Fue presidente de la Conferencia Episcopal Argentina durante dos períodos.
Pocos esperaban una elección tan rápida. El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, recordó esta tarde que en los albores de la Segunda Guerra Mundial, durante el cónclave que eligió al papa Pío XII, el resultado positivo se obtuvo en el tercer escrutinio. Hay que considerar con normalidad lo que está sucediendo, “sin ningún signo de particular división del Colegio, sino como un procedimiento normal de discernimiento de los Padres Cardenales”, recomendaba Lombardi, citado por Radio Vaticano.
Por su parte, en Moscú, un portavoz del Patriarcado de la Iglesia Ortodoxa Rusa, el arcipreste Dimitri Sizonenko, rehusó hacer conjeturas sobre la futura relación entre el Vaticano y la Iglesia Ortodoxa de Rusia durante el papado de Francisco I.
“Resulta difícil hacer pronósticos porque él no ha tenido protagonismo inmediato en las relaciones entre ambas iglesias… Solo nos queda esperar que continúe la línea del anterior pontífice y que se mantenga una dinámica positiva en el desarrollo de estas relaciones”, dijo.