La decisión de Benedicto XVI de abandonar el pontificado el próximo 28 de febrero no supone una “revolución” para la Iglesia Católica, opina Igor Kovalevski, secretario general de la Conferencia de Obispos Católicos en Rusia.
“Las revoluciones no son características para nuestra Iglesia. No se enmarcan en el espíritu de la Iglesia. Por eso, la renuncia de Benedicto XVI no dará pie a ninguna revolución en la institución”, explicó Kovalevski durante una conferencia de prensa en Moscú.
La decisión del papa, opina el clérigo, habla de su profunda cultura espiritual y su enorme preocupación por el bienestar de la Iglesia. Su retirada traerá sin duda cambios a la institución, pero no serán radicales.
“No cabe esperar reformas rápidas con “efectos especiales”, advirtió, al tiempo de señalar que la Iglesia debe renovarse y lo hace constantemente.
La sorpresa después del anuncio del pontífice se sustituyó en breve por la admiración de su valentía, explicó Kovalevski.
El sucesor de Benedicto XVI, sea de Europa, África o América Latina (que acoge la mayor comunidad católica de nuestros tiempos) deberá ser un buen misionero y saber dialogar con diversas culturas para cristianizarlas.
“La Iglesia Católica no es solo Europa. Abarca diversas culturas y civilizaciones. El nuevo papa debe saber llevar el diálogo y predicar el evangelio en distintas culturas”, señaló.
El sacerdote recordó que los europeos representan un 25% de los católicos mundiales, y los latinoamericanos, un 45%.
“Además, el catolicismo se desarrolla activamente en Asia y África”, agregó.
En este sentido hay posibilidad de que el futuro papa no sea europeo, aunque ello no influirá en modo alguno en el grado de su aceptación por los fieles, opina Kovalevski.
En cuanto a la fecha de la elección del sucesor de Benedicto XVI, probablemente, será en marzo.
“Esperamos que para la Pascua Católica, que este año cae en 31 de marzo, ya tendremos un nuevo pontífice”, afirmó.
El periodista especializado en temas religiosos, Víctor Jrúl, considera que el nuevo inquilino de la Santa Sede deberá hacer frente a la crisis global de la fe, uno de los principales retos para la Iglesia moderna, como reconoció el propio Benedicto XVI el año pasado.
Subrayó que Benedicto XVI será recordado ante todo por sus trabajos literarios, algunos de los cuales fueron traducidos al ruso. “Son mensajes de amor y libertad”, afirmó.
Tanto Kovalevski como Jrúl, sugirieron no hacer caso a los artículos sensacionalistas que hablan del próximo fin del mundo tras la renuncia del actual pontífice.