Militares malienses adiestrados por EEUU acabaron por convertirse en golpistas o desertores, escribe hoy el diario The New York Times.
En los últimos cuatro años, EEUU gastó entre 520 y 600 millones de dólares para hacer frente a los militantes islamistas en los países del oeste del África, en particular, Mali cuyos militares recibieron entrenamiento en puntería, patrullaje de fronteras, emboscadas y otros métodos antiterroristas.
Todos los programas del entrenamiento se fueron al traste cuando combatientes islamistas, curtidos en combates y armados hasta los dientes, regresaron de Libia.
Se aliaron con grupos yihadistas como Ansar Dine, echaron raíces en el Ejército maliense y lo desmoralizaron hasta tal grado que en Bamako se produjo el golpe militar contra el Gobierno sin que Washington hubiera detectado síntomas alarmantes. Al frente de los golpistas estaba el capitán Amadou Sanogo, uno de los oficiales entrenados por asesores estadounidenses.
Además de no haber advertido a tiempo el peligro golpista, EEUU olvidó que varias unidades de élite estaban bajo el mando de los tuaregs, tribu que lleva medio siglo peleando contra el Gobierno central.
Cuando se proclamó la independencia de Azawad en el norte de Mali, en abril pasado, tres de las cuatro unidades malienses desplegadas en la zona y dirigidas por jefes tuaregs se pasaron al bando de los insurgentes con todos los efectivos, armas y equipos correspondientes. Se les sumaron luego otros 1.600 desertores del Ejército maliense.
“La ayuda de los estadounidenses ha sido en vano. No han hecho la opción correcta”, dijo al diario un oficial maliense.
Esta mañana se supo que los islamistas se hicieron con el control de Diabali, una ciudad del centro de Mali.
“Tomaron Diabali… tras un feroz combate y resistencia por parte del Ejército maliense que fue incapaz de frenarles”, dijo el ministro de Defensa francés, Jean -Yves Le Drian, en declaraciones a la televisión BFM.