Las revoluciones árabes, que comenzaron con consignas nobles y llamamientos a realizar transformaciones, derivaron en caos y retroceso, señaló el ministro de Estado de Relaciones Exteriores de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), Anwar Gargash.
“El 2012 fue un año agitado. La creación quedó suplantada por el caos, y el contenido real, por unas consignas. Se impusieron la violencia y el extremismo”, escribió Gargash en su microblog de Twitter, al hacer el balance del año saliente.
Al señalar que las nuevas élites políticas llevaron a varios países a la ruina económica y política, el canciller instó a los Estados del Golfo Pérsico, que lograron conservar la estabilidad, a mostrar una actitud crítica ante los sucesos que se desarrollan en la región.
“Nos rodean el caos y la falta de perspectivas, por eso debemos fortalecer nuestra retaguardia”, concluyó.
Los disturbios que estallaron a finales de 2010 en Oriente Próximo y África del Norte provocaron la caída de los líderes de Túnez, Egipto, Libia y Yemen, que estaban gobernando durante decenios. Las protestas agravaron la situación en otros países, especialmente en Siria, donde más de 30 mil personas murieron a raíz de enfrentamientos armados entre la oposición y las fuerzas gubernamentales.
El cambio del poder, realizado a menudo con empleo de la fuerza y con la ayuda extranjera, no trajo estabilidad ni concordia nacional a ninguno de esos países. Las élites anteriores fueron sustituidas, como regla, por representantes de los partidos islamistas, que gozan de popularidad pero no tienen programas constructivos.
Expertos del Fondo Monetario Internacional opinan que las economías de los países que vivieron la Primavera Árabe no podrán recuperarse en 2013 de la crisis provocada por trastornos políticos, que los privaron de una parte considerable de inversiones extranjeras. Pero al mismo tiempo pronostican un alto ritmo de crecimiento económico para las monarquías del Gofo Pérsico ricas en petróleo, que han conservado la estabilidad política.