Los recluidos en una cárcel de la ciudad de Tikrit, 160 kilómetros al norte de Bagdad, se amotinaron este viernes, por lo cual 200 presos lograron escapar, pero después una parte de ellos fueron devueltos a sus celdas, comunicaron a la prensa unos portavoces de los servicios de seguridad del país.
Los desórdenes estallaron durante la cena del jueves. Decenas de presos lograron quitar armas a los guardianes. Después abrieron las celdas y tomaron bajo su control todo el edificio de la prisión.
Varios grupos de policía y ejército acudieron de Bagdad y Samarra para aplastar la sublevación. En la operación fueron empleados helicópteros. Cinco agentes del orden público murieron. Dos recibieron heridas, incluido el director de la cárcel.
El control sobre la prisión fue recuperado de lleno. La policía logró capturar a 33 de los 200 fugitivos. La búsqueda de los demás continúa.
A juicio de los servicios de seguridad, en la organización del motín participaron unos miembros de Al Qaeda que figuraron entre los reclusos. En julio pasado, unos representantes del brazo iraquí de esa red terrorista internacional anunciaron el comienzo de una campaña “militar” apuntada a liberar a los musulmanes sunitas arrestados y encarcelados.
El aumento de la tensión en Irak está vinculado con la confrontación histórica entre dos grandes comunidades musulmanas: los sunitas y los chiitas. Según el censo de 1997, el 66% de la población iraquí son chiitas y el 34%, sunitas.
Los sunitas tenían una situación privilegiada en las estructuras del Estado durante el Gobierno de Sadam Husein. Pero después de la injerencia militar de EEUU de 2003, resultado de la cual Husein fue derrocado, los sunitas fueron desplazados por los chiitas. Un representante chiita hasta logró ocupar el puesto de primer ministro.