Al menos 22 personas murieron y otras 45 resultaron heridas la noche del jueves en el asalto de un grupo de insurgentes a la prisión de Tasfirat, en el norte de Irak, informaron agencias internacionales.
Entre los muertos hay 15 policías y siete internos. Otros 15 agentes figuran entre los heridos.
Algunos medios comunicaron también que 200 de los casi 900 presos recluidos en la cárcel pudieron escapar durante el ataque y que entre los fugitivos se encuentran algunos cabecillas de la red terrorista Al Qaeda.
Los hechos se produjeron cuando un grupo de insurgentes detonó dos coches bomba junto a la prisión y acto seguido abrió fuego contra los guardias. Los atacantes vestían uniforme policial, lo que creó confusión entre el personal de seguridad.
Simultáneamente, varios reos atacaron a policías dentro del centro penitenciario. Uno de estos grupos de presos secuestró al director de la cárcel y varios más lograron fugarse.
Abdallah al-Jabour, gobernador de la provincia de Salah ad-Din en la que se ubica la prisión, declaró este viernes que tras 12 horas de enfrentamientos las fuerzas de seguridad recuperaron el control del centro y capturaron a la mayoría de los reos fugados.
Las autoridades iraquíes señalaron a Al Qaeda como responsable del ataque y motín en la prisión de Tasfirat, puesto que entre sus internos se encontraban numerosos combatientes de la red terrorista. Además, en julio pasado el Estado Islámico de Irak (ISI), rama de Al Qaeda en el país, anunció el comienzo de una campaña insurgente para liberar a los musulmanes sunitas recluidos en centros penitenciarios.
El auge de la violencia en Irak se debe al enfrentamiento histórico entre sunitas y chiítas, que representan, según el censo de 1997, el 66% y el 34% de la población, respectivamente. Durante el gobierno de Sadam Husein, los sunitas ocupaban la posición dominante en las estructuras políticas del país.
Sin embargo, tras la intervención militar de EEUU y el posterior derrocamiento de Sadam Husein, los chiitas comenzaron a sustituir a los sunitas al frente del país, ocupando algunos de los máximos cargos de Estado como el de primer ministro.
A raíz de la creciente tensión entre las dos comunidades iraquíes, los expertos auguran caos e incluso una guerra civil, que puede desencadenar la escisión de Irak por motivos étnicos y religiosos si la situación no se normaliza.