Que siempre por señales o razones se suelen descubrir las intenciones (Alfonso de Ercilla y Zuñiga, 1533-1594)
Venezuela está de duelo por la muerte de 48 personas durante una explosión en la madrugada del pasado 25 de agosto en la Refinería de Amuay ubicada en la península de Paraguaná, estado Falconí , considerada como una de las más grandes del mundo, con la capacidad de refinar 645,000 barriles de petróleo al día.
Durante la tragedia, que según las primeras investigaciones se produjo por un escape de gas, también más de 150 personas resultaron heridas. El mundo entero ha expresado dolor y solidaridad al país bolivariano por el grave accidente que sucedió apenas a 43 días antes de las elecciones presidenciales que se llevara a efecto el próximo 7 de octubre.
Sin embargo, en este mundo desigual y combinado, la consternación de la mayoría de la población no afecta necesariamente a la minoría privilegiada que trata de utilizar cada oportunidad que se presenta, inclusive la tragedia, para asegurar y aumentar su poder y riqueza.
La oposición venezolana lo demostró claramente al relanzar con nueva fuerza su campaña contra Hugo Chávez, sin esperar a que pasen los tres días de luto declarados por el gobierno. Para los asesores del candidato oponente Henrique Capriles Radonski no había tiempo que perder, especialmente cuando las encuestadoras principales mostraban una ventaja considerable de Hugo Chávez sobre Capriles.
Entonces arremetieron inmediatamente contra el presidente del país culpándolo de llevar al desastre la industria petrolera nacional y por el descuido continuo del mantenimiento de las refinerías por la corporación estatal PDVSA.
De la misma forma lo acusaron hace dos meses por las inundaciones que afectaron a Venezuela. Los medios de comunicación globalizados igualmente no tardaron ni un día para apoyar las denuncias de la oposición venezolana lanzando su campaña mediática contra el que llaman “dictador” bolivariano, y así politizaron la explosión para señalar a Hugo Chávez como el responsable principal de lo que calificaron el “peor desastre en la historia venezolana”.
Todos estos se olvidaron por completo de la “Tragedia de Tacoa” originada el 19 de setiembre de 1982 por un incendio en el tanque 8 de la planta de generación eléctrica “Ricardo Zuloaga” cuando más de 160 personas murieron y más de 200 fueron heridas.
En aquel entonces nadie acusó al presidente de la república Luis Herrera Campins de ser culpable del desastre. Lo mismo sucedió durante la “Tragedia de Tejerías” que ocurrió el 28 de setiembre de 1993 cuando una explosión y posterior incendio en el kilómetro 57 de la Autopista Regional del Centro dejó un saldo de 58 víctimas fatales y 70 personas heridas. Por supuesto, en aquel entonces el presidente Carlos Andrés Pérez de ninguna manera fue señalado por la prensa nacional e internacional como el responsable del accidente.
Los tiempos cambian igual como la correlación de las fuerzas políticas y económicas en América Latina y en especial, en Venezuela que bajo la dirección de Hugo Chávez se atrevió a tomar el rumbo al Socialismo del Siglo XXI haciendo peligrar los intereses geoeconómicos de las transnacionales y las ganancias y el poder de la oligarquía venezolana.
No le pueden perdonar la nacionalización de las principales corporaciones privadas como la petrolera PDVSA, la de telecomunicaciones CANTV, de las Industrias Básicas de Guayana entre muchas otras, igual como el control del Estado sobre el sector financiero, comercial, el de transporte, distribución y almacenamiento.
Bajo el lema “todos los fuegos al fuego”, los “especialistas” de la oposición, los mismos que participaron en el golpe de Estado en abril del 2012 y en el sabotaje de PDVSA, como el economista y ex directivo de la corporación petrolera José Toro Hardy, acusado en 1976 de recibir un soborno de 600.000 dólares, se enfrascaron en su tarea propagandística de mostrar al presidente como “mentiroso y trafero que está llevando el país al desastre”.
Por supuesto que las encuestadoras privadas en seguida declararon sobre un creciente alejamiento de la clase media de Hugo Chávez. La encuestadora Consultora 21 ya está anunciando un empate real de 45.9 contra 45.8 por ciento entre Chávez y Capriles. Según sus especialistas, el candidato de la oposición “Henrique Capriles transmite una imagen de juventud, seguridad y decencia”, mientras dicen que Hugo Chávez, “está físicamente agotado y apagado, después de 14 años años de mentiras ya no le creen”.
Mientras las palabras se las lleva el viento, algunos hechos concretos hacen pensar sobre la posible existencia de un plan elaborado por los globalizadores ansiosos de apoderarse del reservorio de petróleo más grande del mundo localizado en Venezuela. No les faltan sus servidores locales, que siguen soñando con repetir el golpe de Estado de 2002. El famoso periodista venezolano, José Vicente Rangel, informó en el segmento “Confidenciales” de su programa de TV “José Vicente Hoy” transmitido el 22 de julio pasado, que a principios de julio de este año el dueño de una agencia encuestadora, acompañado por varios especialistas, se reunió en la embajada norteamericana con el consejero político de la misión Robin D. Meyer y dos funcionarios más.
Durante el encuentro que duró unas tres horas, los encuestadores venezolanos contaron que sus últimos sondeos arrojaban resultados ampliamente favorables a Hugo Chávez. Los estadounidenses contestaron que prevén un escenario diferente “con un resultado cerrado y que estaban confiando en las potencialidades de Capriles para cerrar la brecha existente”. Los funcionarios hablaron sobre la posibilidad de hacer disminuir esta brecha “a partir de un evento extraordinario” cuyas características y magnitud no divulgaron pero que podría impactar en los resultados finales del 7 de octubre y generar “hechos impredecibles”.
José Vicente Rangel terminó este segmento de su programa con una pregunta: “¿A qué se refirieron?”. La misma pregunta se están haciendo millones de venezolanos que se beneficiaron con las reformas de Chávez y muchos otros millones de latinoamericanos que ven en la Venezuela de hoy un ejemplo a seguir.
Pero para los globalizadores, Hugo Chávez ha ido demasiado lejos y se ha convertido en un poderoso estratega y líder de una futura América Latina libre y unida. Saben que si se queda unos seis años más en el poder, el ALBA y el MERCOSUR podrían hacer cambiar drásticamente la correlación geoeconómica y política en el continente. Por eso no cabe duda que tratarán de crear “eventos extraordinarios” para detener y revertir este proceso.
Para los que hemos visto tantos viejos y mañosos “eventos extraordinarios”, existen muchas señales de que algo se está tramando. Hace dos años, según la confesión de Álvaro Uribe, hubo planes en Colombia para atacar a Venezuela. Hace dos semanas fue detenido en el país bolivariano un mercenario norteamericano de origen colombiano con varios sellos de entrada y salida en su pasaporte a Irak, Afganistán, Jordania, Alemania y Gran Bretaña. Nadie sabe para qué fue a Venezuela. Alarman también extraños apagones que tienen características de sabotaje, según opinión generalizada. Igualmente, todavía no está aclarada la matanza en julio pasado de 80 indígenas yanomani en una zona selvática del sur de Venezuela. La reciente revuelta con varios muertos en la cárcel de Yare y la predicción de una supuesta astróloga Aisha en la estación de radio RCR el pasado 16 de agosto sobre explosiones en área petrolera, hace pensar que esto huele a podrido.
La explosión en la refinería Amuay se produjo un día antes del simulacro de las elecciones del próximo 7 de octubre y justamente después de exponer el presidente un nuevo proyecto petrolero e iniciarse el pago de pasivos laborales con bonos petroleros a la educación. También en vísperas de la tragedia fue ratificado en su cargo el ministro de petróleo y minería Rafael Ramírez Carreño quien desmintió acusaciones de la oposición de no realizar mantenimiento correspondiente en las refinerías, presentando documentos de aseguradoras internacionales sobre el adecuado proceso de cuidado y operaciones en el Centro Refinador Paraguaná donde está ubicada la refinadora Amuay.
Los globalizadores y sus servidores locales están ciegos y sordos a estos informes y datos, al igual como no ven los progresos económicos que está logrando Venezuela y el respeto internacional que ha ganado. Lo único que les interesa es liberarse de Hugo Chávez y retornar al pasado. Por algo el lema de su candidato Henrique Capriles es privatizar Venezuela, es decir entregarla de nuevo a las transnacionales.
El pueblo lo sabe y se espera que tenga una madurez suficiente para definir su futuro que repercutirá enormemente en el de toda América Latina como ya lo trazó en 2002 declarando enfurecido un profundo NO a los golpistas en abril del 2002. Mientras tanto todos tienen que agudizar su vigilia acordándose de la famosa frase de Ian Fleming en la película “Goldfinger”: “una vez es casualidad, dos veces es coincidencia, la tercera vez es una acción enemiga”.
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