El hijo de un famoso guerrillero checheno murió esta semana en un bombardeo aéreo en Alepo, en Siria, lo que dio origen a las especulaciones de que islamistas norcaucásicos participan masivamente en la yihad contra Bashar Asad, pero analistas rusos descartaron tales recelos por infundados.
“Todas las regiones islámicas participan en la yihad global, Chechenia no es una excepción”, dijo Alexei Malashenko, colaborador del Centro Carnegie de Moscú.
No obstante, la presencia de guerrilleros chechenos podría poner en jaque a miles de rusos residentes en Siria, la segunda en tamaño comunidad rusa en el Oriente Próximo tras la de Israel, declaró Vladímir Ajmédov, del Instituto de estudios orientales de la Academia de Ciencias de Rusia.
Rustam Gueláiev, de 24 años, murió a principios de esta semana a raíz de un ataque aéreo contra una mezquita de Alepo, la capital económica de Siria y, últimamente, escenario de encarnizados combates entre los insurgentes y las tropas leales a Bashar Asad.
El joven, hijo del perecido jefe guerrillero checheno Ruslán Gueláiev, combatía del lado de los rebeldes junto con otros miembros de un batallón de voluntarios chechenos, según las fuentes citadas por varias web islamistas, entre ellas, la proscrita Kavkaz-Center.
Familiares anónimos de Gueláiev, citados por el diario ruso Kommersant, afirman entretanto que Rustam fue a Siria para estudiar el Islam, no para pelear. Anteriormente, pasó varios años en Georgia, Bélgica y Egipto.
Por su parte, dirigentes de Chechenia negaron que naturales de esta república norcaucásica estén combatiendo en Siria.
“Uno puede estudiar el Islam en Siria y, a un mismo tiempo, luchar del lado de la oposición”, comentó el presidente del Comité Islámico de Rusia, Gueidar Dzhemal, en una entrevista publicada el jueves en el diario Georgia Times.
El padre de Gueiláiev combatió contra Rusia en ambas guerras chechenas, tuvo a sus órdenes a centenares de guerrilleros y se granjeó la fama de un hombre feroz e independiente, eso sí, un mal estratega cuyas decisiones costaron la vida a numerosos rebeldes.
Pereció en 2004, en una escaramuza digna de la saga del Rambo. Fuentes oficiales rusas afirman que su escuadrón fue diezmado cuando intentaba cruzar a Georgia a través de la cordillera. Gueláiev fue perseguido, perdió supuestamente a todos sus efectivos y recibió heridas tan graves que incluso se vio obligado a cortarse él mismo un brazo. Murió mientras intentaba alcanzar a rastras la línea fronteriza. Cuando descubrieron el cadáver, se dieron cuenta de que empuñaba una barra de chocolate, su única fuente de fuerzas en los días finales.
El actual dirigente de Chechenia, Ramzán Kadírov, aplastó la guerrilla obligando a sus combatientes a trasladarse en los últimos años a las republicas vecinas como Daguestán e Ingushetia.
La prensa mencionó en reiteradas ocasiones la presunta presencia de combatientes chechenos en diversos conflictos a lo largo del mundo islámico, incluidos Irak y Afganistán, pero la mayoría de estos reportes nunca llegaron a confirmarse.
“Puede que haya algunos aventureros (chechenos) en Siria pero su número es estadísticamente insignificante”, dijo Malashenko.
Ajmédov recordó que en Turquía y Jordania hay amplias comunidades chechenas que podrían haber proporcionado combatientes a las filas de los rebeldes que luchan contra Bashar Asad.
En Siria también existe una importante comunidad norcaucásica, estimada en unas 100-150 mil personas, pero sus representantes procuran mantener la neutralidad desde el inicio del conflicto en marzo de 2011.
De cualquier manera, las noticias sobre combatientes chechenos en Siria ponen en peligro a la comunidad rusa, en particular, a muchas mujeres que se casaron con sirios en 1960-1990.
Muchos extranjeros se suman a la insurgencia en Siria pero no es precisamente el caso de los norcaucásico que desde 2011 prefieren abandonar el país, más que tomar las armas.