A pesar del diálogo, Rusia y Ucrania no pueden resolver sus problemas

© RIA Novosti . Mijail Klimentiev / Acceder al contenido multimediaРабочий визит президента РФ В.Путина в Украину
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No es de extrañar que la reunión entre los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, y Ucrania, Víctor Yanukóvich, celebrada el jueves pasado, no brindase ningún fruto nuevo. Pero sí es de lamentar.

No es de extrañar que la reunión entre los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, y Ucrania, Víctor Yanukóvich, celebrada el jueves pasado, no brindase ningún fruto nuevo. Pero sí es de lamentar.

Los expertos de las dos partes, involucrados en las vicisitudes de las relaciones ruso-ucranianas, esperaban un progreso considerable. Habría sido útil no sólo para los dos Estados eslavos, sino para todo el espacio post soviético. Pero no lo hubo.

Dos años de búsquedas y diálogos

Los dos líderes se reunieron en el Palacio de Livadia en la ciudad de Yalta (Ucrania), mientras que la víspera Yanukóvich se había reunido con periodistas de los países de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), países Bálticos y Georgia en una de las residencias oficiales del jefe del Estado ucraniano, el Palacio Yusúpov, donde el ambiente no pareció relajado aunque los periodistas estábamos sentados en una mesa con el presidente.

Nosotros, los representantes de los medios más importantes de la región, esperábamos una charla sencilla, pero resultó ser una entrevista oficial. Sin embargo, creo que precisamente esta comunicación directa con el mandatario ucraniano ayuda a entender lo esencial de las existentes relaciones ruso-ucranianas al más alto nivel.

Aquel tono oficioso y la observación absoluta del protocolo establecido se debió a la falta de algún proyecto en marcha, de resoluciones para las cuestiones clave (las cuales el presidente ruso discute de manera mucho más fructífera con otros colegas suyos de Estados vecinos), a la falta casi absoluta de algún proyecto concreto para la cooperación económica (se trata sólo de los planes para la futura creación de empresas conjuntas) y a la “congelación” de la cooperación en el sector energético.

Como nos comentó Yanukóvich, “estamos en contacto permanente, hablamos por teléfono”. Es decir, existe un diálogo pero no lleva a ningún resultado.

Aunque el presidente ucraniano calificó de “muy intensivas” las reuniones con los líderes de la Federación de Rusia, en realidad fueron muy escasas desde octubre de 2010, si no tomamos en consideración las reuniones celebradas entre todos los líderes de la CEI. Uno de estos encuentros se celebró en septiembre pasado: Yanukóvich se reunió entonces con Putin y Medvédev a la vez, inmediatamente tras el congreso del partido oficialista ruso, Rusia Unida, en el cual había sido tomada la decisión sobre el enroque de Putin y Medvédev.

Es obvio que en vísperas de la campaña electoral en Rusia fue imposible hablar de alguna cooperación concreta entre Rusia y Ucrania. Pero ¿por qué no lo hicieron esta vez?

Esperar sin arriesgar

Para contestar a esta pregunta basta con analizar las posturas de los dos Estados respecto a la Unión Aduanera.

Para Putin, así como para sus colegas de Kazajstán y Bielorrusia, es una estructura que existe y funciona desde hace tiempo. Para Yanukóvich, es “una formación nueva” que “acaba de ponerse en marcha”.

El presidente ucraniano resaltó en la reunión con los responsables de medios de comunicación que para Ucrania “es importante ver el resultado” del funcionamiento de la Unión Aduanera. Este criterio (“hay que ver el resultado”, “hay que pensar”, “hay que estimar las ventajas”), el presidente lo aplicó a casi todos temas que tuvieran que ver con la cooperación con Rusia, en vísperas de su reunión con Putin.

En otras palabras, Yanukóvich opta por esperar y observar cómo se desarrollará el proceso. Precisamente gracias a esta cautelosa posición política llegó a ser presidente hace dos años. Después del fracaso en las elecciones presidenciales a finales de 2004, él escogió una postura que evoca una antigua estrategia china (la de “espera sentado a la orilla del río a que floten por él los cuerpos de tus enemigos”) y así ganó más tarde las elecciones.

Ahora aplica una posición semejante (esperar sin emprender nada) en la política exterior. Y no solo en lo que a Rusia se refiere, sino también en lo que afecta a la Unión Europea.

El factor gasístico

Como me pareció al principio, el único tema (aparte del de Timoshenko, pero es otra historia ya) que fue discutido con más detenimiento fue la cooperación entre Rusia y Ucrania en la esfera energética.

Pero más tarde, al analizar mis notas, me di cuenta de que si no tomamos en consideración lo dicho para observar el protocolo, los comentarios del presidente ucraniano también estuvieron determinados por su decisión de esperar y observar.

El precio fijado por el acuerdo de 2009 (culminado por la exprimera ministra Yulia Timoshenko, lo que motivó su ingreso en prisión) es muy desventajoso para Ucrania, se puede decir que la está arruinando. Ucrania paga mensualmente por el gas ruso alrededor de 500 millones de dólares más de lo que estima justo (en febrero el primer ministro Azárov citó un pago excesivo de mil millones).

Para reducir el precio de gas, Ucrania propone crear un consorcio ucraniano-ruso-europeo para administrar su sistema de tránsito de gas. Pero no está claro qué sentido tiene esto para Rusia y qué tiene que ver con ello la UE.

Pero lo principal es que para la reconstrucción y la explotación posterior del sistema de tránsito de gas ucraniano primero hay que determinar su precio. Y de esto se ocupa ahora una de las estructuras de Europa Occidental.

El precio (también muy aproximado, según el presidente ucraniano) se conocerá el próximo agosto. Hasta entonces, no cabe esperar ninguna decisión concreta en las negociaciones ruso-ucranianas.

“Debemos hacer este camino legal, transparente. La creación del consorcio mejorará las relaciones ruso-ucranianas en la esfera del gas, lo entendemos”, explicó el líder de Ucrania a los directores de los medios de difusión masiva de la CEI, países Bálticos y Georgia.

Procesos electorales y política real

En vísperas de las próximas elecciones a la Rada Suprema (Parlamento), que se celebrarán el 28 de octubre de este año, el presidente de Ucrania ha adoptado una posición bien clara.

En primer lugar, busca mantener el delicado equilibrio entre la Federación de Rusia y la Unión Europea, con cada una de las cuales tiene bastantes puntos problemáticos (el caso de Timoshenko, por poner un ejemplo). En segundo lugar, necesita reconciliar a sus propios allegados, la élite ucraniana, una parte de la cual es prooccidental y otra prorrusa. En tercer lugar, tiene que darles a los electores la ilusión de ver la luz al final del túnel, es decir aprovechar agosto, el período de plena campaña electoral al parlamento, para describir las perspectivas de la amistad energética entre las tres fuerzas sin dar demasiadas promesas: el consorcio con participación de la Unión Europea y de la Federación de Rusia (para que todos queden contentos).

El presidente entiende perfectamente que entre la declaración de creación del consorcio para el tránsito de gas en agosto de este año y su aparición real puede pasar mucho tiempo: un año, dos años… Y entonces ya llegarán las nuevas elecciones presidenciales del 2015.

La postura de Víctor Yanukóvich es lógica. Ya el ex presidente de Ucrania Leonid Kuchma notó que la élite y el pueblo de este país no tenían una visión compartida del rumbo a seguir. Así que el líder de la nación tiene que tomar en consideración opiniones de toda índole, incluidas las completamente opuestas, para garantizar la unidad del país y evitar una nueva Revolución Naranja.

Por lo visto, lo entiende así también el presidente ruso, Vladimir Putin. A pesar de que su doctrina de política externa incluye, entre otras cosas, el concepto de transformación de la Unión Aduanera en una Unión Euroasiática, y aunque suele actuar de manera muy decisiva, se pronunció al respecto con mucho tacto: “Moscú nunca le impondrá nada (en relación a la Unión Aduanera) a nadie", dejándole al poder ucraniano tiempo para pensar, observar y sacar conclusiones.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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