El fenómeno de ‘macartismo’ en Hollywood es una página especial en la historia de la denominada “caza de brujas” llevada a cabo en EEUU en la década de los cincuenta.
Este fenómeno se manifestó en la industria cinematográfica estadounidense varios años antes de que Joseph Raymond McCarthy, senador republicano estadounidense de 1947 a 1957, empezara a desempeñar un papel importante en la arena política, provocando graves consecuencias para el arte, negocio, ideología, etc.
En realidad, los propios productores de cine de EEUU hicieron realidad la idea expuesta por un protagonista de una película soviética: “Una traición hecha a tiempo no es la traición sino la previsión”. Pero los políticos posteriormente ejercieron también la presión sobre Hollywood.
Código Hays
El senador McCarthy instigó la intensa persecución de personas en el Gobierno de EEUU y otros sospechosos de ser agentes soviéticos o simpatizantes del comunismo infiltrados en la administración presidencial o el Ejército en 1950. Pero Hollywood estableció ya a principios de los años 30 una serie de reglas restrictivas (el llamado código Hays), en virtud de las cuales solo se podían producir películas que promoviesen valores tradicionales de EEUU.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Europa y la URSS consideraban que el código Hays, que de hecho prohibía mostrar la realidad en la pantalla, era un símbolo de hipocresía, oscurantismo y una de las fuentes de la ideología de ‘macartismo’.
Además en 1934 en la Cámara de Representantes del Congreso de EEUU se creó una comisión para investigaciones sobre las personas sospechosas de la actividad antiamericana. En 1947, o sea, tres años antes de los primeros discursos de McCarthy, esta comisión empezó a buscar en Hollywood a los comunistas y otras personas sospechosas de corte liberal.
El director de la Oficina Federal de Investigaciones de EEUU (FBI), John Edgar Hoover, desempeñó un papel importante en ejercer la presión sobre Hollywood. En su película recién rodada ‘J. Edgar’, el famoso director Clint Eastwood pasó por alto esta actividad de Hoover, intentando mostrar que, a pesar de su odio a los enemigos internos de Estado, el director de FBI siempre respetaba la ley y no participaba en juegos políticos.
En la película de Eastwood, Hoover no disimula su desprecio hacia el senador McCarthy. Quizás lo sintiese sentido en realidad, pero ambos coincidían en posturas sobre la imagen de los enemigos de EEUU.
Y Hollywood cedió sus posiciones. En 1947 estrellas de cine estadounidense, como Robert Taylor, Ronald Reagan, Gary Cooper, Walt Disney, empezaron a denunciar desenmascarar a los simpatizantes del comunismo infiltrados en la industria cinematográfica en las reuniones de la comisión anunciada del Congreso.
Los que defendían a sus colegas se encontraron en minoría: el director John Huston o una de las parejas más carismáticas del Hollywood dorado conformada por Humphrey Bogart y Lauren Bacall. Pero posteriormente Bogart cambió de postura y declaró que no simpatiza a los comunistas.
Cincuenta dirigentes de Hollywood prometieron no emplear a los izquierdistas. No merece respeto la conducta de la MPAA (Asociación Cinematográfica de Estados Unidos) que hoy por hoy vela por los intereses de los mayores estudios, así como del Sindicato de Guionistas. Este último traicionó de inmediato a sus miembros, dando el visto bueno para excluir a los autores sospechosos de los títulos de las películas. Mientras, la presión principal se ejerció sobre los guionistas.
En 1947, aparecieron las “listas negras” de las personas relacionadas con la industria cinematográfica estadounidense sospechosas de simpatizar a los comunistas, que incluyeron a varias centenas de personas. La primera lista fue conformada por Los Diez de Hollywood. Diez personas se negaron a declarar ante la comisión del Congreso destinada a investigar una supuesta infiltración comunista en las filas de Hollywood y todos fueron condenados a un año de prisión. Nueve personas de estas diez eran guionistas.
Los productores de Hollywood se asustaron tanto que volvieron e incluir sus nombres en los títulos de las películas solo en los sesenta, cuando el 'macartismo' ya quedaba en el pasado. Dalton Trumbo fue el primer guionista rehabilitado. En 1960, Otto Preminger reconoció oficialmente que fue Trumbo que escribió el guión para su película ‘Éxodo’.
Pero el nombre de Trumbo estuvo ausente en los títulos de ‘Éxodo’ y apareció por primera vez en 1960, en la famosa película de Stanley Kubrick ‘Espartaco’, gracias a Kirk Douglas. Solo en ese momento salió a la luz pública que desde 1947, cuando le prohibieron trabajar en la industria cinematográfica, Trumbo escribió guiones para 17 películas bajo los nombres de otros autores que le ayudaron. En los cincuenta, Trumbo recibió dos premios de la Academia por el guión de ‘Vacaciones en Roma’ (1953) y de ‘El Bravo’ (1956).
El segundo premio se lo entregaron en 1975 y el primero lo recibió su viuda en 1992.
La invasión de los ladrones de cuerpos
No solo los políticos intentaban desenmascarar a los comunistas en Hollywood. Se crearon varios comités de vigilancia y varias personas engrosaron las filas de feroces anticomunistas.
Es desagradable que al famoso comediante del cine mudo, Charlie Chaplin, hacia el que Hoover sentía antipatía, le hayan quitado la posibilidad de vivir y trabajar en EEUU (cuando promocionaba en 1952 una de sus películas en Londres, Estados Unidos prohibió su retorno), debido al autor de célebres novelas antiutópicas, George Orwell. En 1949, este preparó para el Ministerio británico de Asuntos Exteriores la lista de personas famosas que según su opinión, simpatizaban a comunistas. Hoover decidió aprovechar aquella ocasión.
Las personas ordinarias se unieron para luchar contra las manifestaciones de ánimos antiamericanos. Las personas no ordinarias temían pronunciarse en contra de esto para no convertirse en víctimas de las acusaciones.
¿Qué pasaba en la Unión Soviética en la época de totalitarismo cuando empezó la caza a los llamados “enemigos del pueblo” si hasta en EEUU con el régimen democrático los representantes de los círculos creativos estaban tan asustados?
A pesar de las ideologías absolutamente distintas, a finales de los cuarenta y principios de los cincuenta, la lucha contra los enemigos del pueblo tanto en la URSS como en EEUU en parte fue originada por el antisemitismo primitivo.
En la URSS se inició la campaña de lucha contra los cosmopolitas. La lista de las víctimas más famosas de represiones de la época de ‘macartismo’ no deja lugar a dudas respecto a su objetivo principal.
La mejor reacción cinematográfica a los acontecimientos anunciados fue la película de ciencia ficción dirigida por Don Siegel ‘La invasión de los ladrones de cuerpos’ que fue rodada en 1956. La película narra una invasión de seres extraterrestres que se apropian del organismo humano con la intención de reemplazar a toda la raza humana por copias carentes de cualquier tipo de sentimiento.
De hecho, trata de que es posible convertir a toda la población en una muchedumbre que no sabe reflexionar.
Es curioso que los sentimientos de los individuos se sustituyan por la conciencia colectiva cuando estos están durmiendo. Sirve esta cinta excelente como metáfora del mundo contemporáneo en el si uno duerme, está pasivo, es condenado a despertarse en el 1984 de la novela homónima de George Orwell.
La película de Siegel suscitó una amplia polémica. Unos afirman que el director se pronuncia contra el ‘macartismo’, otros insisten que se trata de la propaganda anticomunista, como en las novelas de Orwell.
Me parece que estos debates no tienen sentido. La película fue producida en EEUU, que acababa de sobrevivir la época de ‘macartismo’, mientras que el totalitarismo rojo no existía en este país y solo un loco podía declarar que simpatizaba al comunismo. Así las cosas, fue el ‘macartismo’ que robó los cuerpos y almas humanos.
Uno es capaz de luchar contra las multitudes
El ‘macartismo’ fue eliminado en breve, porque EEUU era un Estado democrático. Muchos estaban asustados, pero varias personas encontraron fuerzas para pronunciarse en contra de este fenómeno.
Resultó que los individuos son capaces de oponerse a las tendencias peligrosas y eliminar de la arena política al senador McCarthy, que parecía inquebrantable.
Tal persona, Edward R. Murrow, periodista liberal y demócrata convencido, presentador de un programa de televisión en la cadena CBS, se hizo protagonista de la película ‘Buenas noches, y buena suerte’ dirigida por George Clooney. Murrow se atrevió a lanzar un reto al promotor de la “caza de brujas”. Aunque esto fue superior a sus fuerzas y el periodista fue acusado de simpatizar a los comunistas, logró despertar la opinión pública.
Cuando a mediados de los 2000, Clooney mostró su película ante varios grupos de espectadores en Hollywood resultó que un 20% del auditorio no sabía nada de McCarthy ni del ‘macartismo’.
Hollywood cubierto de herrumbre
La persecución de presuntos agentes soviéticos y simpatizantes del comunismo en la época del ‘macartismo’ causó a la industria cinematográfica estadounidense no solo un daño moral sino también material. Durante la “caza de brujas”, el número de espectadores que acudieron a las salas de cine de EEUU se redujo en dos veces.
Aquella reducción fue asimismo motivada por un desarrollo rápido de la televisión. Pero la causa principal consistía en que Hollywood asustado empezó a producir películas menos interesantes, aunque no se puede pasar por alto varias obras maestras. Continuó desarrollándose el cine negro, en parte originado por el ‘macartismo’, porque su protagonista siempre está en desacuerdo con la sociedad.
De 1953 a 1967, Hollywood vive una crisis económica. En los cincuenta y sesenta Europa, con el neorrealismo del cine italiano y la ‘nueva ola’ del cine francés, que a diferencia de las películas de Hollywood narraban sobre la vida real, adelantó a EEUU en todos los ámbitos, tanto en el estético como en el comercial.
El estancamiento en Hollywood alcanzó tales dimensiones que la famosa inscripción gigantesca en la colina de Hollywood se cubrió de herrumbre y se inclinó. A principios de los setenta, todavía no había dinero para su reparación.
En los sesenta, los representantes de Hollywood se dieron cuenta de que no era suficiente solo superar las consecuencias del ‘macartismo’ sino es asimismo necesario abolir el código Hays. Si estas normas de censura hubieran estado en vigor en Europa, obras maestras de Bergman, Visconti, Fellini y otros grandes directores nunca habrían salido a las pantallas.
Industria cinematográfica en Rusia
Pasado casi un medio siglo, varios representantes de la industria cinematográfica rusa decidieron rehabilitar el código Hays al coste que fuese. En particular, intentaban aprovecharse del apoyo por parte de las autoridades.
Los postulados de este código se han publicado en el periódico Novosti de la Unión de Cineastas de Rusia. Los profesores del moscovita Instituto de Artes Cinematográficas VGIK, que anteriormente lo criticaron, ahora empiezan a encontrar aspectos positivos en estas reglas.
Varios cineastas jóvenes escribieron una carta con críticas no justificadas del cine contemporáneo que se asemeja a una denuncia de la época del ‘macartismo’ y exhorta a introducir censura.
Está claro que el motivo principal de esto es la lucha por la redistribución de los recursos públicos destinados al desarrollo de la industria cinematográfica. Es evidente que esta lucha solo puede conllevar la aparición en el cine de nuevos nombres que carecen de talento pero pertenecen a los círculos próximos a los triunfadores.
Pero esto no es lo más peligroso. Recordemos que en EEUU todo se inició desde el establecimiento del código Hays y culminó con el ‘macartismo’.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI