La inclusión de Afganistán en calidad de país observador, y Turquía como país socio para el dialogo, en la reciente cumbre de Organización para la Cooperación de Shanghai (OCS), eleva la capacidad del eje Moscú-Pekín de convertirse en un factor estabilizador a nivel global, en momentos cuando los polos de influencia occidental promueven conflictos y tensión en África y el Golfo Pérsico, destacan expertos rusos.
La cumbre de la OSC, que en esta ocasión se celebró en Pekín, captó la atención mundial porque además de los países miembros (Rusia, China, Kazajstán, Kirguizistán, Tayikistán y Uzbekistán) a la cumbre también asistieron representaciones de Afganistán, Irán, India, Pakistán, Turkmenistán, Mongolia y Turquía, lo que obligó a los expertos destacar que en la capital china se reunió “la élite más influyente de Asia”.
Una cumbre realmente representativa, si se tiene en cuenta que los países miembros de la OCS, sin contar los países invitados ocupan el 60 por ciento del territorio de Europa y Asia, y su población equivale a las dos terceras partes de los habitantes de todo el mundo.
La cumbre de la OSC en Pekín también fue significativa porque tuvo lugar unas semanas después de la cumbre del bloque occidental de la OTAN en Chicago, donde el tema central fue Afganistán, uno de los asuntos más complejos de la palestra mundial, considerado uno de los catalizadores más sensibles para medir las relaciones entre el mundo occidental y oriente.
Al analizar la labor de la OSC la prensa rusa resaltó la aprobación de la declaración final que refrendó la vigencia de los valores políticos universales como el respeto a la soberanía de los países, la no ingerencia en los asuntos internos y en la solución de todos los contenciosos mediante los medios políticos rechazando de plano cualquier manifestación de fuerza.
Una especie de denuncia o respuesta a las tendencias espontáneas o inducidas que actualmente se produce en el norte de África y el mundo árabe para promover profundos cambios políticos en con recetas como la exportación de revoluciones destinadas a derrocar gobiernos y manipulando las organizaciones internacionales y la opinión pública internacional y nacional.
En momentos de profunda división en el consejo de seguridad ante los problemas graves como la crisis en Siria, el programa nuclear iraní y la situación en la Península de Corea, la OSC emerge como una plataforma multilateral para analizar con calma las vías de solución a estos problemas evitando el idioma del ultimátum, las sanciones y hasta las amenazas de agresión que caracterizan la retórica de muchos países influyentes.
Ante la necesidad de nuevos canales de concertación política en una zona tan sensible como Asia, la OCS experimenta un proceso de expansión, y la inclusión de Turquía como país socio para el dialogo amplia el contenido de la agenda en asuntos de seguridad porque además de ser un país miro de la OTAN, después de EEUU, Turquía posee el segundo ejército entre los países miembros del bloque atlántico.
Al otorgar el estatuto de observador, Afganistán quedó con el mismo rango concedido a otros países influyentes de la región como Irán, Pakistán, India y Mongolia, lo que eleva considerablemente el nivel del dialogo político entre Kabul y la OSC.
Expertos rusos indican que a largo plazo, la OCS puede proponer medidas para estabilizar la situación en Siria e Irak, у impedir que este conflicto se extienda al Líbano.
Las diferentes plataformas de dialogo de la OCS con el concurso de mediadores (Rusia o China) permitirá a Irán y Turquía (ambos observadores) concertar consultas prácticamente a cualquier nivel desde grupos de expertos a ministros, lo que perfila posibilidades para aclarar posturas y buscar compromisos.
Según expertos las posibilidades de la OCS de solucionar el rompecabezas geopolítico en Eurasia son alentadoras porque los mecanismos de consultas libres de contenidos ideológicos permiten un dialogo franco y pragmático al momento de analizar la evolución de los conflictos activos o latentes y lo más importante, los desafíos que supone el terrorismo, el narcotráfico y el crimen organizado.
Porque antes que todo, la OCS no es un bloque militar y tampoco una tribuna permanente para analizar asuntos de seguridad, el espectro de asuntos que ocupa la OSC es muy amplio desde la lucha contra el terrorismo, la cooperación económica, el fomento de desarrollo y toda la nomenclatura de asuntos humanitarios, que al fin de cuentas, es lo que debe importar a los gobiernos que se preocupan de la seguridad y bienestar de sus ciudadanos.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
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