En las prioridades de política exterior de Putin no figuran Obama ni la OTAN

© RIA Novosti . Sergei KirkachArmando Pérez
Armando Pérez - Sputnik Mundo
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Las prioridades de política exterior del presidente de Rusia, Vladimir Putin, incluye el reforzamiento de relaciones con países aliados y amigos, y por lo visto, no incluye al actual presidente de EEUU, Barack Obama, ni a la OTAN, opinan expertos rusos, al comentar las primeras visitas al exterior del nuevo jefe del Kremlin en su tercer mandato.

Las prioridades de política exterior del presidente de Rusia,  Vladimir Putin, incluye el reforzamiento de relaciones con países aliados y amigos, y por lo visto, no incluye al actual presidente de  EEUU,  Barack Obama,  ni a la OTAN, opinan expertos rusos, al comentar las primeras visitas al exterior del nuevo jefe del Kremlin en su tercer mandato. 

Tras su investidura el pasado 7 de mayo, pareció lógico que  en calidad de jefe de Estado, la primera actividad de política exterior de Putin fuera la cumbre del Grupo de los Ocho, G-8 (18 y 19 de mayo) en Camp David (EEUU). Para la imagen de Putin,  probablemente, un debut más que afortunado, si se tiene en cuenta que el G-8 es el club de países más influyente del planeta.

Pero Putin declinó cortésmente  la invitación y anunció que en su lugar, asistirá el primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, entre otras cosas, conocido personal de la mayoría de los líderes que sesionarán en Camp David.

Oficialmente, la parte rusa argumentó que Putin no podrá acompañar a sus colegas del G-8, y entre ellos Obama,  porque estará muy ocupado en la formación del gobierno, explicación que causó mucha gracia en la opinión publica y la prensa moscovita, al destacar que si el asunto es la formación del gobierno, pues Medvédev tampoco debería viajar, ya que en Rusia, como en la mayoría de los países, el primer ministro participa en la formación del gabinete de ministros.

No menos sonrisas provocó en Rusia la inmediata reacción del anfitrión, es decir, la Casa Blanca, cuando en respuesta al plantón de Putin, declaró que en EEUU  “estarán muy felices” de recibir, a Medvédev, sobre todo cuando se conocen los esfuerzos emprendidos por la administración estadounidense para retirar todos los escollos que pudieran impedir a Putin reunirse con Obama, ahora en clara desventaja por su simple condición de “presidente saliente”.

El asunto es que inicialmente, la cumbre del G-8 debió celebrase en el marco de la cumbre de la OTAN en Chicago, pero automáticamente, para cualquier funcionario ruso, esa ciudad quedó convertida en “zona prohibida” después de que Moscú rechazara asistir a esa cumbre, en la que la alianza anunciará planes en materia de defensa antimisiles bastante desagradables para Rusia.

Teniendo en cuenta el malestar de Moscú, el pasado 6 de marzo la Casa Blanca anunció el traslado de la cumbre del G-8 de Chicago a Camp David, cerca de Washington, para atenuar un poco la situación,  pero el gesto no impresionó a Putin, que a juicio de muchos rusos, simplemente decidió ignorar olímpicamente la cita con el tradicional G-7.

Y mientras algunos medios de prensa rusos criticaron a Putin por su falta de tacto y  descortesía, otros rotativos destacaron su capacidad de responder a las ofensas con la misma moneda, porque Obama, meses antes,  también  canceló su visita a la ciudad rusa de Vladivostok donde está prevista la cumbre del  Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), el próximo mes de septiembre.

En un balance de la situación, ciertos expertos afirman que este intercambio de desaires, no es más que otro elemento característico de la política exterior, en donde la asistencia o ausencia de uno al evento organizado por otro, es el barómetro que mide la atmósfera de las relaciones bilaterales, y en este caso, el tiempo ruso-estadounidense es a lo menos, bastante opaco y nublado.

Ducho en actividades de este tipo, Putin no quiere comprometerse con la declaración final que seguramente se firmará al final de la cumbre de Camp David con referencias a asuntos cruciales como la situación en Siria y  el programa nuclear de Irán y Corea del Norte.

Porque en esa declaración EEUU y sus aliados reflejarán una postura que difiere notablemente de la visión de Putin, al momento de identificar a otros posibles responsables de la  violencia en Siria, o el grado de imparcialidad del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) al momento de evaluar el programa nuclear iraní.

En sintonía con su estrategia pragmática en política exterior, antes que todo Putin visitará  países amigos, en esta ocasión a Bielorrusia el 31 de mayo, y posteriormente a China del 5 al 7 de junio.

Según expertos, Putin propondrá a sus colegas reforzar la cooperación económica con mecanismos que garanticen la estabilidad del intercambio comercial en momentos cuando en el horizonte se vislumbran los nubarrones de una nueva crisis global.

La incertidumbre en Grecia, que tarde o temprano determinará la supervivencia de la zona del euro, a corto plazo podrá convertir a toda Europa en foco de crisis, afectando las economías de muchos países, incluidos Rusia que dependen de la capacidad de compra europea.

Desplazada Europa, el resto de las “locomotoras”, EEUU y China, cada vez tendrán más dificultad para arrastrar la economía mundial por el recelo de los inversores, preocupados por las cifras de desempleo estadounidense que no mejoran y las estadísticas oficiales que indican que el crecimiento de la economía china puede estar tocando fondo.

Y mientras el proteccionismo sea la mejor receta para afrontar las crisis, Putin necesita acordar las posibles salidas con los amigos, de ahí la importancia de empezar las visitas al exterior en Minsk y Pekín.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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