La mejor canción del nuevo disco de Paul McCartney, titulada 'My Valentine', en menos de tres meses llegó a situarse en la tercera posición de la lista de mejores éxitos del músico en toda su trayectoria profesional.
Así lo evidencian las últimas listas de ventas de iTunes. En general, el hecho de que uno de los líderes de The Beatles haya grabado un disco de música retro, un delicioso tributo a los clásicos del jazz, es de por sí un acontecimiento simbólico. No porque sea de Paul McCartney, que también conoció fracasos, y tampoco porque el disco sea realmente bueno. Es un símbolo de una época que dio un giro de 180 grados: desde la 'generación de la protesta' de los años 60 hasta la misma generación, ya madura, que descubre sorprendida que disfruta de la música contra la que había protestado tan acaloradamente.
Vuelta a la casa paterna
No era ninguna casualidad que las autoridades soviéticas prohibiesen la música de The Beatles en el país. Los cuatro de Liverpool reflejaban el espíritu de la ola de protestas juveniles que se propagaba rápidamente primero en el mundo anglosajón y luego en el mundo entero. Nunca antes el cambio generacional había sido tan conflictivo, nunca los adolescentes habían rechazado con tanta violencia como en los años 60 todo lo que defendían sus padres: desde la guerra de Vietnam y el sistema político hasta la cultura y el estilo de vida en general. Los dirigentes de la URSS no tardaron en darse cuenta de que estas mismas ideas amenazan con propagarse en el país del socialismo y cerraron las puertas a la música.
Las guerras y las elecciones terminan y dejan de ser razón de protesta. Pero la música de los 60, el rock vibrante al límite de las cuerdas vocales, apuntó contra el mismo estilo de vida de la generación que había sobrevivido la Segunda Guerra Mundial. Esa agradable vida de los triunfadores, llena de cócteles, trajes de gala, bailes semanales y bandas de jazz que evolucionaron desde los clásicos quintetos de los años 20 hasta las grandes orquestas como la de Glenn Miller.
A ese mundo de triunfadores que intentaban educar a sus hijos con el ejemplo propio, se opusieron los grupitos minúsculos compuestos por dos guitarras, percusión y teclado cuyo sonido “eléctrico” parecía derribar el mundo. Un ritmo enloquecido, un canto al límite del grito, una explosión de energía... Esta música, que hacía prescindible no solo la política sino la vida misma, llegó a representar una generación y realmente cambió en mundo.
Y he aquí Paul McCartney, uno de los protagonistas e ideólogos de aquel fenómeno musical sin precedentes, que llegando a sus 70 graba el disco 'Kisses On the Bottom' en el que recopila minuciosamente e interpreta con mucho cariño las canciones que sonaban en la casa paterna.
No son los clásicos éxitos del jazz de los años 30, sino temas poco conocidos y difícilmente clasificables de los 40. Los primeros ya han sido versionados por los cantantes actuales: recordemos, por ejemplo, el álbum de Robbie Williams 'Swing When You're Winning' y otros que rememoran nostálgicamente esa época barrida por los rebeldes como The Beatles.
Pero McCartney recoge unos temas de los que los admiradores más fieles de la música retro apenas conocerán 'Always', de Irving Berlin. No es una casualidad sino una pasión. ¿Cómo explicarla? ¿Quizás recordando que cada revolucionario maduro se convierte en un conservador?
Música clásica, ballet, jazz
Pero tal vez el nuevo disco de Paul McCartney evidencie otras cosas: que cualquier ola de protestas radicales desde un principio junta a gente tan diferente e ideas tan dispares que nunca podrán ni deberán ser unificadas.
The Beatles desde el principio se diferenciaban de los rebeldes más radicales de la época de rock: Jim Morrisone, Jimi Hendrix y Janis Joplin. El más radical de los cuatro era, quizás, John Lennon que devolvió a la reina el Orden del Imperio Británico y renunció al título de Caballero en señal de protesta por el apoyo británico a EEUU en Vietnam y porque su 'Cold Turkey' perdía posiciones en las listas de éxitos. Sin embargo, Paul McCartney sigue siendo Caballero hasta hoy día, ya que no ha renunciado a sus títulos: simplemente estuvo haciendo una buena música en cantidades asombrosas.
Si McCartney no hubiera coincidido con la época en la que la música se permitía hacer de todo –vociferar, hacer gamberradas y causar estruendo– tal vez no se habría convertido en uno de los grandes músicos de nuestro tiempo. Dicen que no sabe apuntar sus melodías con caracteres musicales, lo hace con un programa informático. Las épocas conservadoras aplastan a las personas como él.
Pero al mismo tiempo se ha revelado como una persona que, a pesar del “gamberrismo musical” propio de su generación, admira la música retro, lo cual ponen de manifiesto las canciones como la clásica 'Honey Pie', o 'Baby’s Request', o incluso la tan manida 'Yesterday'.
Paul McCartney siempre ha querido experimentar. Ya en su época madura compuso música clásica ('Liverpool Oratorio'), hace poco un ballet y ahora este disco. No le importa que no tenga tiradas millonarias, si eres McCartney te puedes permitir hacer lo que quieras. Algunos siguen saltando en el escenario y agitando sus greñas canosas hasta la cintura como en sus años mozos y otros cantan con una voz tranquila y mundialmente conocida las canciones amadas por sus padres.
Aunque es precipitado descartar los grandes ventas y relevantes premios. El nuevo disco incluye dos canciones escritas por Paul McCartney. Una de ellas, 'My Valentine', encaja perfectamente con el carácter de los temas recogidos y a la vez destaca en la obra del cantante por su lirismo y profundidad. La canción hace de una simple conversación con la mujer un conmovedor poema de amor:
-¿Qué pasa si llueve?
- No nos importará.
Y, por último, cabe recordar que la guitarra en 'My Valentine' es absolutamente inolvidable gracias a la participación de Eric Clapton, que salió de su concha solo para grabar la canción. Merecía la pena.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
Un nuevo disco de jazz de Paul McCartney para escuchar cuando llueve
06:47 GMT 17.04.2012 (actualizado: 17:32 GMT 10.12.2014)
© RIA NovostiPaul McCartney

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La mejor canción del nuevo disco de Paul McCartney, titulada 'My Valentine', en menos de tres meses llegó a situarse en la tercera posición de la lista de mejores éxitos del músico en toda su trayectoria profesional.