Los ministros de Asuntos Exteriores de los países árabes reunidos en Bagdad volvieron a intentar influir de alguna manera en la situación en Siria los pasados 28 y 29 de marzo, pero el intento fracasó.
Bashar Asad, entusiasmado por el triunfo militar sobre los opositores en Homs, alcanzado un día antes, declaró a través de su ministro de Asuntos Exteriores que Damasco se niega a abordar cualquier iniciativa de la Liga Árabe mientras su participación en la organización siga suspendida.
Por lo visto al presidente sirio no le asusta demasiado el aislamiento del mundo árabe. Continúa teniendo entre sus aliados a Rusia y China, mientras el mismo exsecretario de la ONU Kofi Annan hace de mediador entre los árabes y Occidente.
Rusia y China pueden cambiar de idea
A pesar de que la confrontación armada entre las autoridades sirias y la oposición del país dura ya un año y, según los datos de la ONU costó la vida a más de 9.000 personas, Bashar Asad se siente bastante seguro y no piensa abandonar el escenario político. Los combates en Homs, Idlib, Al Rastán, Deraa y otras ciudades sirias continúan y, por el momento las fuerzas gubernamentales tienen una clara ventaja.
Pero todo esto es posible mientras que a Asad lo apoyen las potencias mundiales como Rusia o China. Entretanto Moscú mostró la disposición de modificar su postura frente al conflicto en Siria. El Kremlin apoyó el plan de paz propuesto por Kofi Annan, que prevé entre otras cosas, una tregua humanitaria diaria de dos horas para retirar a los heridos y trasladar la asistencia humanitaria a las zonas de combates.
El presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, valoró muy positivamente la misión de Annan, que es al mismo tiempo el enviado especial para Siria de la ONU y de la Liga Árabe. “Realmente, creo que para Siria será la última oportunidad de evitar una larga y sangrienta guerra civil. Sus consecuencias serán fatales para este país”, dijo el mandatario ruso.
El plan de Annan es difícil de realizar
En el plan de Annan falta la principal exigencia de la oposición siria y Occidente, que Bashar Asad abandone el poder. Es por eso por lo que Damasco lo aceptó con tanta facilidad. Al mismo tiempo el plan contempla no solo el cese de la violencia por ambas partes. Sino también la puesta en libertad de los detenidos en las protestas antigubernamentales, garantía para la libertad de reuniones, manifestaciones pacíficas y acceso de los periodistas extranjeros.
¿Querrá Asad cumplir con todos estos requisitos? Es poco probable. Aún si el ejército sirio retirase las tropas de las ciudades rebeldes y dejara de usar fuerza contra los opositores, las “multitudes pacíficas” de éstos simplemente desarmarán a los militares y podrán ocupar sin encontrar resistencia los edificios gubernamentales, comisarías y atraer a su lado parte del ejército. Por lo tanto, la diplomacia rusa exige que todos los puntos del plan de paz se cumplan no solo por el régimen de Asad sino también por los opositores.
“En este contexto, es muy importante que los grupos opositores sirios sigan el ejemplo de Damasco y declaren su aceptación de las propuestas del enviado especial de la ONU y la Liga Árabe, aprobadas por el Consejo de Seguridad de la ONU", dijo el portavoz del Ministerio ruso de Exteriores, Alexander Lukashévich.
¿Guerra civil u “operación antiterrorista”?
La respuesta a esta pregunta es extraordinariamente complicada. En la historia reciente de Rusia a la guerra de Chechenia se referían como a una operación antiterrorista y como a una guerra civil. Lo mismo se podría decir con respecto a la situación en Siria. La cuestión es quiénes son los contrincantes y cuáles son sus posibilidades en este conflicto.
Los nusayrís (alauitas) son representantes de una de las ramas del Islam que se localizan en gran número en Siria, donde gozan del respaldo del gobierno debido a que el actual presidente Bashar Asad es musulmán alauita. Representan una parte reducida de la población siria (un 15%) y la mayoría de la población del país es sunita, pero no todos ellos quieren cambio de régimen. Los principales enemigos del mismo son los “islamistas”, miembros y seguidores del movimiento Hermanos Musulmanes prohibido en Siria y financiado por las monarquías del Golfo Pérsico, sobre todo por Qatar y Arabia Saudita.
La información que llega desde Siria es muy escueta y contradictoria. Pero según los testimonios de los testigos, el número de los partidarios de Asad oscila entre el 40% y el 50% , aunque esta cifra cambia constantemente. Los enemigos del presidente actual, al ver la violencia y las destrucciones, se pasan al bando de los defensores de régimen, y al revés.
Los posibles desenlaces
Por lo visto, Siria está al borde de una larga guerra civil. Podría durar bastante tiempo si el Occidente y los países del Golfo Pérsico no emprenden una operación militar o “pacificadora” sin el visto bueno del Consejo de Seguridad de la ONU. En cualquier caso, aunque Bashar Asad consiga mantenerse en el poder será un político debilitado y arrinconado, como en su tiempo eran Sadam Hussein y Muamar Gadafi.
Existe la posibilidad de un desenlace pacífico del conflicto si el presidente sirio se retira a cambio de garantías de seguridad, como sucedió en Yemen. Lo único que está claro es que la paciencia del Occidente y de la Liga Árabe todavía no está agotada y Bashar Asad tiene posibilidad de tomar decisiones políticas.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI