La Unión Europea decidió mostrar los dientes a Rusia para que no ponga trabas al transporte del gas caspio a Europa a través del llamado Corredor Sur, escribe hoy el diario ruso Moskovskie Novosti (MN).
La Comisión Europea inició esta semana inspecciones inesperadas en 20 empresas de diez países de la Europa Central y del Este, todas ellas, vinculadas al gigante gasista ruso Gazprom que tendrá que pagar multas de más de 10 mil millones de dólares, si se comprueba que infringe las leyes antimonopolio de Europa.
La investigación se lleva a cabo en países donde Gazprom es el principal, cuando no el único, proveedor del gas natural. El grupo ruso ya manifestó la disposición de cooperar con los inspectores y afirmó que ignora sus reclamaciones. Sin embargo, Moskovskie Novosti da por terminada la época del deshielo en el diálogo que la UE y Rusia mantenía en materia de energía: Bruselas quiere recordarle a Moscú quién va a dictar las condiciones en el mercado europeo de cara a la batalla decisiva por el gas del Caspio, según el periódico.
Las inspecciones se iniciaron en empresas de Alemania (Gazprom Germania, E.ON, RWE), Austria (OMV), República Checa (RWE y Vemex), Polonia (PGNiG y Gaz System), Hungría (E.ON), Bulgaria (Bulgargaz y Overgas), Lituania, Letonia, Estonia (sucursales de E.ON y Gazprom), así como Rumania o Eslovaquia. Fuentes consultadas por MN señalan que en la operación participan unos 300 funcionarios. La portavoz de la Comisión Europea, Amelia Torres, precisó que la investigación está “en la fase inicial” y que, de momento, sólo se trata de “sospechas”.
La infracción de las leyes antimonopolio podría implicar multas equivalentes a un 10% de las ventas. Las hipotéticas sanciones contra Gazprom superarían 10.000 millones de dólares en el peor de los casos aunque no existen precedentes en el mercado del gas: otros gigantes europeos como E.ON, RWE, Eni y GDFSuez prefirieron en su día plegarse a las demandas de Bruselas, vender sus divisiones de transporte y/o reducir su cuota en el mercado mayorista del gas.
El pasado 12 de septiembre, el Consejo de Europa dio luz verde a la firma de un acuerdo vinculante con Azerbaiyán y Turkmenia para la construcción de un gasoducto a través del mar Caspio. Esta tubería es el eslabón que falta para garantizar el trasiego del gas caspio a Europa a través del Corredor Sur, en particular, por el gasoducto Nabucco, y así reducir el grado de dependencia con respecto al gas ruso. Moscú, entretanto, exige que el gasoducto transcaspio cuente con la aprobación de otros tres Estados ribereños: Irán, Kazajstán y Rusia.
El comisario europeo de Energía, Günther Oettinger, previno este mes a Rusia de los intentos de frustrar el Corredor Sur a través de presiones sobre Ashjabad y Bakú o mediante la construcción de una tubería alternativa, South Stream, en el fondo del mar Negro. Pocos días después de esa advertencia, Gazprom suscribió con la italiana Eni, la alemana Wintershall y la francesa EdF un nuevo acuerdo sobre el reparto de participaciones en el marco de ese proyecto. Según Moskovskie Novosti, fue la gota de más que empujó a la Comisión Europea a ordenar las inspecciones.