Un matrimonio de jubilados de la ciudad de Artiom, Lejano Oriente ruso, construyó de escombros una vivienda parecida a residencia de zares.
Un matrimonio de jubilados de la ciudad de Artiom, Lejano Oriente ruso, construyó de escombros una vivienda parecida a residencia de zares.
La pareja, a pesar de su provecta edad, cree en los cuentos de hadas y por eso quiso vivir en un palacio. Unas manos de oro, con el vuelo de la imaginación y con mucha paciencia, lo erigieron en 16 años. Hoy día, las puertas del palacio están abiertas para todo el mundo.
El suelo del patio está pavimentado con baldosas multicolores. Uno ve al entrar numerosas torrecitas y columnas hechas al estilo de la época de caballeros andantes.
Cuesta trabajo creer que en este lugar estaba una ordinaria casa de madera. Sus amos – Valentina y Alexei Krívov – decidieron que no vivirán en ese ambiente rústico.
Acometieron una grandiosa reconstrucción de nunca acabar. Sobre la mansión que erigieron circulan leyendas en la ciudad. Verdad que no todos saben que se puede edificar un palacio utilizando escombros.
Los esposos Krívov buscan a diario materiales de construcción en las calles de Artiom: pedacitos de baldosas, fragmentos de ladrillos. A veces les ayudan los vecinos.
Alexéi Krívov, ex trabajador de obras de construcción, en el techo de su “palacio”, que está edificando desde 1995 con su esposa Valentina.
Valentina también trabajó en la construcción, además tenía la vocación de arquitecta. Precisamente a ella vino la idea de concentrar en el patio de su casa las más célebres edificaciones del mundo.
A lado de las torres de Sherezade se levantan cúpulas de las iglesias.
Enfrente del Escudo de Rusia se yergue el Big Ben de Londres.
El palacio de los Krívov impresiona especialmente en verano y otoño, cuando las baldosas iluminadas por el sol irradian los colores del arco iris. Pero a los habitantes cuadrúpedos – 14 gatas y tres perros – les parece atractivo durante todo el año.
