La historia del pueblo Lopátino de la provincia rusa de Penza empezó a principios del siglo XVIII. Fue fundado por un mercader que se apellidaba Lopatin, de ahí su nombre. Y sería un pueblo como otro cualquiera, si no fuera porque salieran de él más de diez campeonas rusas de levantamiento de pesas rusas, conocido también como kettlebell lifting. Casi todas son mujeres y casi todas empezaron a entrenarse… después de la jubilación. Ofrecemos a su atención un reportaje de este pueblo de gente fuerte.
Alevtina, una “dama de hierro”
La vida en un pueblo, sobre todo, para una persona jubilada, es muy apacible. Suele haber más quehaceres, si uno tiene una huerta, y sobre todo, si hay nietos. En general, el pasatiempo tradicional es curiosear sentado en la puerta de su casa, comer semillas de girasol, cotillear y ver seriasen la televisión. Las mujeres, además pueden tejer, y los hombres cazar o pescar.
Cuando llegó la edad de jubilación para la contable local, Alevtina Lévchenko, sus compañeros le organizaron una fiesta de despedida, con flores, música y champaña. Se sintió profundamente confundida: no tenía ni idea de con qué llenar sus días. Los hijos ya eran mayores y siempre había encontrado tiempo para los nietos, incluso trabajando. Criaba conejos y tenía gallinas, además de una colmena. Pero tampoco eran suficientes. Intentó hacer punto y lo dejó enseguida.
“Ya he hecho demasiado punto de joven”, nos cuenta. –Después de dar a luz, cuando estaba cuidando de mis hijos. Y ahora no me apetece. Es que no tengo carácter de ama de casa. No disfruto demasiado, viendo la televisión ni contemplando a la gente desde el banco junto a la puerta mi casa”.
La mujer era envidiablemente enérgica y por eso decidió ir a un gimnasio. Bueno, no fue sola, la llevó su amiga Fliuza. ¿Qué iban a hacer allí? Pues, levantar pesas.
El primer día el entrenador Mijaíl Eliséev le dio a Alevtina una pesa de 16 kilos y le dijo “Se te ve fuerte, vamos empezar con ésta, creo que podrás sin problema”. Al día siguiente, Alevtina no se encontraba demasiado bien: el cuerpo no obedecía y le dolía la cabeza. Le llamó al entrenador y le dijo que no vendría más, porque le daba miedo de quedarse paralítica ahí mismo. Y también tenía sus dudas, a ver qué iban a decir los vecinos y los conocidos. Es que tampoco es cosa de mujeres hacer deporte de hombres.
Sin embargo, el entrenador Eliséev sabía cómo persuadir la gente y dos días después, al encontrarse mejor, Alevtina volvió al gimnasio, y un año más tarde entró en la lista de las diez mejores levantadoras de pesas de Rusia.
Ahora Alevtina Lévchenko tiene 61 años. Es cinco veces campeona de Europa y del mundo en levantamiento de pesas. Su récord personal es 146 levantamientos de una pesa de 16 kilos en 10 minutos.
Esta “dama de hierro” tiene más de 20 medallas. No obstante, la que más aprecia es la que se le concedió por la educación de los niños. Se llama “Al valor de la madre” y cuelga en su casa en el mejor sitio. Alevtina tiene tres hijos. Su hija mayor ha estudiado economía, la menor, pedagogía y el hijo, biología.
Desde hace tiempo que le da igual lo que dicen los vecinos. Al contrario, a todo les da el mismo consejo de “No os desaniméis, disfrutad de la vida”. “No hace falta tomarse medicinas caras y quejarse sin parar de las dolencias. Uno empieza a enfermarse precisamente por eso, por sentirse inútil y desplazado de la vida activa. Y si encuentras un objetivo, esto te quita todos los malestares”, cree Alevtina.
Al levantar las pesas, te sientes mucho más ligera
Fliuza Piniásova que llevó a Alevtina Lévchenko al gimnasio es ex profesora de educación física, en la actualidad, entrenadora de natación. Tiene casi 50 años. Es una de estas personas que parecen inagotables, si pudiera, practicaría todas las modalidades de deporte.
Mijaíl Eliséev la entrenó para hacer el armwrestling, al entrar en forma, empezó a levantar pesas, jugando al mismo tiempo al streetball y dando clases de aeróbica. Más tarde trajo al gimnasio a hacer kettletebell lifting a toda su familia, marido y tres hijas. Y luego se dedicó a difundir las ventajas de la vida activa y la práctica del deporte entre vecinos y conocidos.
La gente del pueblo reaccionaba de una manera muy distinta, algunos creían que estaba loca y otros simplemente no veían ningún sentido en este deporte. “Había quienes decían que no tenía sentido levantar una pesa, sobre todo porque muchos cargan cubos con agua y levantaban cosas pesadas todos los días.
Pero levantar un cubo y llevarlo al establo es una cosa y hacerlo de una manera técnicamente impecable y elegante, otra”, cuenta Fliuza. Y reconoce que al poder superarse, se siente más ligera y con ánimos de fiesta.
Anatoli Filippovich, filósofo y levantador de pesas
Ocurre que la mayoría de los deportistas entrenados por Mijaíl Eliséev y, lo que no es poco, campeones de Rusia y del mundo, son mujeres.
Pero también hay un hombre, Anatoli Filippovich Sedyj. En su momento trabajó en la Fiscalía local y tuvo un conflicto con las autoridades distritales. No suele hablar del asunto, se limita a decir que investigó demasiado a fondo. Y se le aconsejó que se marchara por las buenas. Se marchó y se metió a fogonero, encargándose durante 15 años de dar calor a las casas del pueblo. Le salieron unos músculos envidiables: eso ocurre con cualquiera pasa el día entero arrojando carbón con una pala a la caldera. A lo largo de su turno levantaba cerca de dos toneladas y ahora, con 70 años, a veces levanta durante el entrenamiento cerca de 3 toneladas.
En Rusia sólo hay 11 personas mayores de 65 años que se dedican al kettlebell lifting. Anatoli Sedyj, tres medallas de plata en los campeonatos de Rusia, mundo y Europa, empezó a entrenarse, al cumplir 60 años.
Es viudo, los niños y los nietos se han marchado de casa hace tiempo: tienen su propia vida y no se ven en el pueblo. Después de la muerte de su querida mujer, llevó un tiempo ensimismado, sin salir de casa siquiera. Fue cuando Mijaíl Eliséev lo llamó al gimnasio, tardó en aceptar, pero finalmente se presentó. Y no sólo aprendió las técnicas deportivas, sino que volvió a sonreír.
Anatoli Filippovich es un filósofo y tiene su propia teoría del envejecimiento. Está dispuesto a vivir hasta los 100 años, como mínimo.
“Mucha gente se precipita hacia el final de su vida: bebe, fuma, se deja dominar por la envidia, va en busca del dinero, dice, y lo que hay que hacer es resistir hasta el final, sentencia. Resistir a la debilidad de uno, a la envidia que acecha. A las dolencias del cuerpo y del alma hay que hacerles frente. Dice que, mientras esté vivo, no dejará de entrenar.
Mijaíl Eliséev, rey de la arrancada
Mijaíl Eliséev nació en el pueblo de Soimino de la provincia de Penza, ya desaparecido de la faz de la tierra. Era el joven más apuesto de todos, deportista y músico. Ahora tiene 56 años y lleva toda la vida, practicando el levantamiento de pesas rusas. Sin embargo, empezó a entrenarse en serio haciendo el servicio militar. Puede estar hablando durante horas sobre su deporte preferido. Está seguro de que fue inventado por los rusos.
“Es que en estos momentos está de moda el armwrestling venido del extranjero, pero mucho antes los hombres de los pueblos en Rusia se dedicaban a competir en fuerza, levantando sacos de trigo, ruedas de molino, piedras, luego se inventaron las pesas rusas y entretenían a la gente. Y después lo tomaron prestado los circos ambulantes”, cuenta entusiasmado.
Los circos ambulantes sí que desempeñaron un gran papel en el desarrollo del levantamiento de pesas rusas, que, no obstante, de formó como una modalidad de atletismo a finales del siglo XIX. El 10 de agosto de 1885 en San Petersburgo se instituyó el primer Círculo de aficionados a la lucha y al atletismo. Dicha fecha es considerada el cumpleaños del levantamiento de pesas rusas.
Mijaíl Eliséev se aplica a fondo para difundir esta modalidad de deporte entre la gente. Este simple electricista de pueblo, es 14 veces campeón del mundo entre veteranos, es decir, deportistas de más de 40 años de edad. En los círculos deportivos se le considera rey de la arrancada y su nombre se usa inevitablemente con el calificativo “invencible”, hace 5 años estableció un récord que nadie ha sido capaz de batir hasta ese momento: levantó una pesa de 24 kilos 517 veces.
Gana un sueldo ejerciendo funciones de entrenador- preparó a más de 10 campeones de Rusia, Europa y mundo en levantamiento de pesas rusas –sólo durante los últimos 6 años. Los anteriores 15 años, fue entrenador sin cobrar ni un duro. Le costó un esfuerzo enorme conseguir la autorización para montar un gimnasio en el decrépito edificio del club “Amistad”.
Viajó por toda la provincia, buscando aparatos de entrenamiento que estaban fuera de uso y los reparó. Incluso compró pesas con su propio dinero. Luego empezó invitar a los entrenamientos a adolescentes, gente joven, y hasta de edad. Pero a quien más les gusta entrenar es a las mujeres. “Son más responsables, diría que más disciplinadas, y más obedientes también”, confiesa. Está dispuesto a convertir a cualquiera en campeón. Para ello, insiste, son necesarias dos cosas, las ganas del propio deportista y el saber escuchar a su cuerpo.
“Enseño a quienes vienen a entrenarse a no escuchar a nadie, que no sea uno mismo. Es que a la gente le gusta asustar a otros, diciendo que van a tener unos músculos demasiado abultados, lastimarse la espalda o las articulaciones. Tonterías, llevo practicando el levantamiento de pesas rusas durante toda mi vida y no estoy deforme en nada”, opina.
Levantamiento de pesas rusas todavía no es modalidad olímpica
Mijaíl Eliséev se muestra profundamente afligido por no ser el levantamiento de pesas rusas una modalidad olímpica. Es verdad, si lo fuera, seguramente habría cambiado la actitud estatal hacia quienes lo practican. Y seguramente habría más campeones en el pueblo Lopátino de la provincia de Penza.
Es que hace falta participar en competiciones para poder confirmar su nivel y en estos momentos Mijáil debe pedir dinero los patrocinadores. Incluso tuvo que sacrificar a ganado de su propiedad para reunir dinero y poder enviar a las competiciones a sus deportistas, que en más de una ocasión no pudieron participar por falta de recursos. Dos años no pudieron viajar a ninguna parte, mientras que en los Juegos Mundiales de levantamiento de pesas rusas, que se celebraron en abril de 2011 en la ciudad rusa de Arjánguelsk en el Mar Blanco, participaron deportistas de 44 países, entre ellos, Bielorrusia, Lituania, Letonia, Kazajstán, Nigeria, Túnez, Zimbabue, China, Japón y la India.